Francisco aseguró hoy que la reforma de la Iglesia seguirá “con determinación, lucidez y resolución”, pese a los escándalos de las últimas semanas, “que causaron gran dolor”.

En su mensaje de fin de año, dirigido a los funcionarios de primer nivel de la Curia Romana, el Papa constató que durante este 2015 se manifestaron algunas “tentaciones” y “males curiales”.

Advirtió que estos males “exigen prevención, vigilancia, cuidado y en algunos casos, por desgracia, intervenciones dolorosas y prolongadas”.

Con esas palabras se refirió, indirectamente, al “vatileaks 2”, la crisis por la filtración a la prensa de documentos confidenciales que reflejaron despilfarros y malos manejos en algunos sectores de la administración de la Santa Sede.

Por ese caso los tribunales civiles del Estado de la Ciudad del Vaticano conducen un juicio contra cinco personas: no sólo los periodistas que difundieron los documentos en dos libros sino también un clérigo y una publirrelacionistas, ex colaboradores cercanos del pontífice.

Constató que la filtración de papeles provocó “mucho dolor en todo el cuerpo” (de la Iglesia) e “hirió a muchas almas, incluso con el escándalo”, pero advirtió que esas situaciones serán siempre “objeto de sincera reflexión” y de “medidas decisivas”.

“Empero, las enfermedades e incluso los escándalos no podrán esconder la eficiencia de los servicios que la Curia Romana, con esfuerzo, con responsabilidad, con empeño y dedicación hace al Papa y a toda la Iglesia, y esta es un verdadero consuelo”, siguió.

Agregó que sería una “gran injusticia” no manifestar un “profundo agradecimiento” y un “necesario aliento” a todas las personas íntegras y honestas que trabajan con dedicación, devoción, fidelidad y profesionalidad, ofreciendo a la Iglesia y al sucesor de Pedro el consuelo de su solidaridad y obediencia, como también su generosa oración.

Insistió que las resistencias, los problemas y las caídas de las personas y de los ministros (eclesiásticos) representan, sobre todo, lecciones, ocasiones de crecimiento y nunca de abatimiento, son oportunidades de “volver a lo esencial”.

Sostuvo que el Año Santo de la Misericordia, apenas iniciado, debe ser una “fuerte llamada” a la gratitud, a la conversión, a la renovación, a la penitencia y a la reconciliación.

“Así pues, que sea la misericordia la que guíe nuestros pasos, la que inspire nuestras reformas, la que ilumine nuestras decisiones. Que sea el soporte maestro de nuestro trabajo”, dijo.

“Que sea la que nos enseñe cuándo hemos de ir adelante y cuándo debemos dar un paso atrás. Que sea la que nos haga ver la pequeñez de nuestros actos en el gran plan de salvación de Dios y en la majestuosidad y el misterio de su obra”, ponderó.

jram

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