Washington.— En medio de una tormenta de críticas desde sus propias filas por haber propuesto el cierre de las fronteras a inmigrantes y ciudadanos de Estados Unidos de origen musulmán, el más firme aspirante a la nominación presidencial por los republicanos, el magnate Donald Trump, amenazó ayer con el naufragio al liderazgo del partido.

A través de sendos pronunciamientos, Trump advirtió de la posibilidad de lanzarse como candidato independiente y arrastrar consigo al 68% de simpatizantes que han declarado que le seguirían apoyando en caso de abandonar la fórmula republicana, según la encuesta de la Universidad de Suffolk y el diario USA Today.

A pesar de que Trump prometió lealtad al Partido Republicano en septiembre, los llamados al orden desde el liderazgo partidista han conseguido resucitar la vieja amenaza de una ruptura para contender como candidato independiente. “Hasta ahora la gente del Partido Republicano ha sido fenomenal conmigo”, dijo ayer Trump. “Pero si no recibo un trato justo, sin duda lo consideraré [la candidatura independiente]”, añadió durante una entrevista con la cadena ABC.

Los republicanos evitaron comentar cualquier escenario de ruptura.

“Trump está devorando literalmente al Partido Republicano”, aseguró Eric Boehlert, de la organización Media Matters, al vaticinar una dura derrota para los republicanos y una victoria para la demócrata Hillary Clinton en las presidenciales de 2016.

“Las cosas se pueden poner aún peor. Ningún aspirante había ido tan lejos en propuestas tan extremistas desde que candidatos nacionales como George Wallace echó mano de retórica incendiaria para defender la segregación racial”, añadió Boehlert.

Los insultos y ataques de Trump contra los hispanos, las mujeres, los musulmanes y la comunidad afroestadounidense han desatado una oleada de críticas a las que se ha sumado la prensa, al grado de que hay quienes lo comparan con un fascista como Benito Mussolini y defienden el legítimo derecho a llamarle racista.

“Donald Trump ha traspasado la línea que marca el comienzo del racismo y la xenofobia”, consideró la columnista Ruth Marcos desde las páginas de The Washington Post, al lamentar que los líderes republicanos se hayan quedado cortos a la hora de condenar a Trump.

Impasible, el magnate prosiguió ayer con su rabiosa campaña de descalificaciones que dirigió contra Hillary, de quien dijo que no tenía la fuerza para ser presidente de Estados Unidos; contra la revista Time por no haberlo elegido personaje del año —la seleccionada fue la canciller alemana Angela Merkel— y hasta contra los británicos, que han firmado una petición para impedirle la entrada al Reino Unido. “No tienen ni idea”, tuiteó Trump.

Para expertos en el terreno de los derechos civiles y la inmigración, el tono desafiante de Trump y la ambigua condena desde el liderazgo de su partido sólo pueden traer consigo la derrota de los republicanos en las presidenciales de 2016 y una mayor desafección de las minorías hacia esa agrupación política. “Creo que el silencio de los líderes republicanos o las condenas a medias son un pronunciamiento en sí mismo. Y eso demuestra hasta qué punto el partido se resiste a ver la nueva realidad de este país con ese conjunto de minorías demográficas que hoy son la gran mayoría y que los van a castigar en las elecciones generales de 2016”, consideró Angela Kelly, de la organización Center for American Progress.

Esta percepción era compartida ayer mismo por el vicepresidente Joe Biden, quien consideró que, de seguir así las cosas con Trump, “quien no ha dejado de predicar con una retórica extremista y peligrosa, el triunfo de Clinton en 2016 será prácticamente un paseo triunfal”.

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