Ciudad de Guatemala.— Con las arcas vacías, los hospitales colapsados, las escuelas desvencijadas, las carreteras destrozadas, las instituciones desmoralizadas y con una inseguridad campante en una estructura de país con las puertas de la corrupción todavía entreabiertas, Jimmy Morales Cabrera sabe que, más que ganarse la presidencia de Guatemala, se compró una bronca.

La crisis fiscal es acuciante en Guatemala, que deja de recibir más de 7 mil millones de dólares al año por privilegios fiscales, evasión de tributos por secreto bancario y falta de pago de impuestos de minería, petróleo e hidroeléctricas, según datos del Congreso de la República. El gobierno guatemalteco advirtió el pasado viernes que el país podría caer en morosidad internacional, ya que carece de recursos para pagar 142 millones de dólares en noviembre y diciembre de 2015 de intereses de su deuda externa, que supera los 7 mil 326 millones de dólares.

El viceministro guatemalteco de Finanzas, Edwin Martínez, alertó que la administración dispone de 400 millones de dólares para pagar salarios y aguinaldos, como rubros prioritarios, pero que sus requerimientos mensuales “para funcionar” superan los 600 millones de dólares, por lo que enfrenta un severo faltante de dinero.

“Dejar de pagar el servicio de la deuda es nefasto”, insistió, por su parte, el presidente del Banco de Guatemala (central), Sergio Recinos, al aseverar que “este anuncio es una bomba que puede impactar de manera negativa en el crecimiento económico del país”.

A los profundos desafíos de pobreza, finanzas, inseguridad e ingobernabilidad, se añade la cada vez mayor intolerancia del pueblo guatemalteco con sus gobernantes. “Desde el primer día lo vamos a estar monitoreando”, advirtió el guatemalteco Gustavo Wyld, empresario y fundador de Denuncia Guatemala, una de las organizaciones del movimiento de indignados que, de abril a agosto de este año, realizaron masivas y pacíficas manifestaciones para exigir la renuncia de Otto Pérez Molina a la Presidencia por corrupción.

“Las marchas fueron un entrenamiento para lo que haremos en el futuro gobierno. Crear la cultura de denuncia para que la población sepa que hay mecanismos legales para denunciar un acto de corrupción de cualquier funcionario”, dijo Wyld a EL UNIVERSAL.

“Perdimos el miedo a denunciar y reclamaremos no sólo por la corrupción, sino por la situación en hospitales, escuelas, infraestructura, derechos humanos, seguridad, precios de alimentos básicos y tarifas de autobuses”, alertó, a sabiendas del clamor de auxilio social de más de 8.8 millones de guatemaltecos (55%) atrapados en una apabullante miseria en un país con 16 millones de habitantes.

Como hito político de lo que los indignados lograron para Guatemala, Pérez dimitió el 2 de septiembre y Roxana Baldetti renunció en mayo a la vicepresidencia. En otro hecho emblemático, ambos están presos con empresarios y funcionarios acusados de integrar una red criminal que asestó una millonaria defraudación aduanera.

Morales jurará el 14 de enero de 2016 como décimo presidente de Guatemala desde el paulatino retorno de la democracia en 1986, luego de 32 años de regímenes militares derechistas, pero sin experiencia en política pública, con la expectativa de que en diciembre anuncie a su gabinete y con el apoyo de sólo 36.4% del electorado: votos en contra, nulos, blancos y abstención sumaron 63.6% en la segunda y definitiva ronda electoral del 25 de octubre pasado.

El futuro gobernante —de 46 años, comediante, administrador de empresas, teólogo y con estudios en seguridad, defensa y otras disciplinas, y del opositor Frente de Convergencia Nacional— admitió en una entrevista con este diario como presidente electo que hay impaciencia popular.

“El pueblo de Guatemala es osado. El guatemalteco es buena gente, tímido, pero es un pueblo osado, que no está dispuesto a dejarse. El mensaje es que también, pacíficamente, se pueden alcanzar grandes revoluciones. Hoy estoy contento y espero que el pueblo me siga empujando y ayudando a luchar contra la corrupción, porque esa fue mi oferta de campaña”, aseveró.

Morales llegó a la política como un forastero que, sorpresivamente, ganó la Presidencia frente a los antiguos estratos dominantes. La duda es si Morales, desconectado del viejo modelo, podrá seguir aplicando “la improbabilidad para salirle al paso a un sistema político que, rápido, se moverá para regresarlo a la normalidad”, cuestionó el guatemalteco Roberto Ardón, director ejecutivo del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), cúpula de la iniciativa privada. En una declaración que entregó a este diario, subrayó que “las expectativas son altas, las promesas son pocas pero claras y las incertidumbres en cuanto a sus equipos y estilos de gestión son grandes”.

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