Madrid.— Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano, asegura que la misión internacional en Afganistán ha fracasado. En entrevista con EL UNIVERSAL dice que Estados Unidos apostó por ese país más que por ningún otro, que puso allí más medios que en ningún otro, pero que en lugar de crear instituciones primero, se devolvió el poder a los afganos. Y el gobierno afgano no supo aprovechar la oportunidad y dejó entrar a los señores de la guerra.

Hace 14 años comenzó una misión internacional en Afganistán. Sin embargo, la guerra sigue. ¿Considera que la misión internacional ha sido un fracaso?

—Sí. Estados Unidos se jugó una carta en Afganistán y la perdió. Allí ha pasado un tren de asistencia que no ha pasado por ningún otro país en los últimos siglos. Allí ha puesto dinero, interés, gente y conocimientos. Sin embargo, la oportunidad se ha perdido porque antes de dar la vuelta al país y crear las instituciones necesarias para que saliera adelante, se dejó de tutelar y se optó por devolver el poder a los propios afganos. Y ellos en lugar de desarrollar el país, de llevar a cabo cambios sociales, se dedicaron a seguir como siempre. En el gobierno entraron los antiguos señores de la guerra que eran parte del problema. Sí hay mejoras en bienestar social, salud y educación, pero el país no ha cambiado la mentalidad. Hay problemas estructurales, sectarismo, divisiones, falta de Estado. No hemos sabido crear una mentalidad de Estado. Todo el mundo sigue pensando en términos de familia, tribu, región, valle. Ahora los occidentales se van y serán los actores regionales como China, India, Paquistán y los países de Asia central y Rusia los que tendrán que ocuparse de la situación.

¿Cree que las tropas deberían seguir allí?

—No, porque ya han desarrollado su labor. Han hecho una transición, han formado a los soldados afganos. El problema es que las tropas afganas o desertan o se pasan al bando de los señores de la guerra o se llevan armamento o no tienen un gobierno que se ocupe de ellas. La misión internacional no puede estar allí indefinidamente perdiendo vidas y dinero. Si el gobierno afgano no asume sus responsabilidades no sirve de nada. El gobierno afgano tenía que haber aprovechado la ayuda y no lo ha hecho.

¿Cómo es la situación actual en Afganistán?

—Es un caos. La guerra sigue y el sectarismo impide llegar a acuerdos de unidad nacional. Estamos viendo peleas incluso entre los propios talibán, entre los islamistas y entre grupos por la sucesión y en esas condiciones de vida sectaria es muy difícil que florezca una intervención internacional. Al gobierno afgano le cuesta mucho reaccionar ante los ataques porque no puede movilizar grandes efectivos de forma contundente y rápida. Hay muchas unidades en el ejército afgano que están muy bien preparadas y han estado actuando bien, pero hay otras que no. Cuanto más rural es el territorio, más difícil es que haya fuerzas militares. En algunas de las zonas donde hay más riesgos se ha ido manteniendo la situación recurriendo a las policías locales que son unas milicias financiadas por EU y controladas por el gobierno. Pero al final se han vuelto leales a los señores de la guerra, a los ejércitos locales, a las bandas de narcotraficantes y en lugar de ser parte de la solución son un problema. Extorsionan, coaccionan y abusan de las poblaciones. Eso explica que en algunas provincias los talibán vuelvan a aparecer, como en el año 2000, como el mal menor.

¿Por qué?

—Porque los talibán aseguran un sistema de vida a los afganos. Hay que remontarse a lo que ocurrió cuando la entonces Unión Soviética abandonó el territorio. El Estado que había, en lugar de desarrollar políticas públicas y mejorar el bienestar de los ciudadanos, llevó a su población a una guerra entre grupos armados, entre guerrillas, entre señores de la guerra que asolaban a la gente, que la extorsionaban, donde no existían ni el orden ni la justicia. Eso explica por qué los talibán se hicieron rápidamente con el control del país.

Los ciudadanos pensaban: los talibán no son buenos, no nos van a ayudar en la vida diaria, pero no estamos en guerra, que era lo que les ofrecían los señores de la guerra. Y esa percepción es la que vuelve a estar presente. No es que los talibán traigan un orden justo. Al contrario. Es un sistema de justicia, de vida social muy radical basado en principios religiosos y que no ofrece salidas económicas, ni expectativas democráticas, ni de bienestar a la población. Pero por lo menos hay seguridad física y no hay bombas ni atentados.

Eso es lo que podía haber aprovechado un gobierno como el actual. Con la cantidad de medios, dinero y asesoramiento militar y técnico y de gobernanza que ha recibido podían haber hecho el cambio. Pero no lo han hecho y todos los actores locales que no han aprendido nada de estos últimos años de periodo de relativa calma volverán a enfrentarse por controlar el poder, las zonas, las fuentes de ingreso como el opio y las materias primas. Y todo eso tendrá efectos negativos sobre la población. Es más, el día que EU no pueda combatir con ellos o que disminuyan los fondos para asegurar su lealtad, la situación será irreversible. El gobierno se quedará con muy pocas fuerzas leales y los talibán tendrán su gran momento. Creo que la misión internacional ha hecho demasiado y ahora sólo queda esperar y ver.

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