Con trenzas en el cabello y un vestido típico en colores brillantes, Sophie Cruz, una niña de cinco años de edad, nacida en Estados Unidos pero hija de padres mexicanos, fue llevada hasta el papa Francisco durante un recorrido en el papamóvil. La pequeña lo besó, lo abrazó y le entregó una carta para pedirle que interceda por los migrantes indocumentados que viven en el país.

Los servicios de seguridad frustraron un primer intento de Sophie por acercarse al Papa. Pero cuando su padre la levantó sobre la barricada, y Francisco la vio, hizo un gesto a un agente para que se la llevara, y la bendijo. Sophie, quien llevaba una playera con las leyendas: “Papa: rescata a DAPA”, “La legalización es una bendición” y “Todos los niños del mundo tienen derecho a ser felices”, entregó al Pontífice la carta. Las siglas DAPA corresponden al programa de suspensión temporal de deportación de padres de estadounidenses, que evitaría la deportación a los padres de ciudadanos de EU y residentes permanentes que han estado en el país durante algunos años, pero que está suspendido debido a una demanda legal.

En la carta, la niña le expresa al jerarca su deseo de que a su madre, su padre y millones de personas más que no tienen residencia legal en EU se les permita permanecer en el país, de acuerdo con Gloria Saucedo, directora de la Hermandad Mexicana Transnacional, un grupo defensor de inmigrantes con sede en Los Ángeles que organizó el viaje a Washington para seis niños y 19 adultos, con la esperanza de entregar su mensaje sobre migración.

Sophie fue con su padre Raúl, de 30 años, quien al igual que su madre llegó a EU procedente de Tuxtepec, Oaxaca, hace unos 10 años.

Sophie y su hermana nacieron en Estados Unidos y por lo tanto, son ciudadanas estadounidenses.

“Esto nos llena de entusiasmo”, dijo Saucedo, quien detalló que Sophie es “una niña muy inteligente” que habla español, inglés y mixteco.

En una entrevista posterior, Raúl, el padre de Sophie, dijo, en un inglés pausado: “Estamos oprimidos por la violencia, por el racismo, por la mala gestión del gobierno. Le pedimos al Papa que interceda no sólo por los inmigrantes mexicanos, sino también por el resto de latinoamericanos, por los europeos, por todos”.

La niña explicó lo que escribió a Francisco en la misiva: “Papa Francisco, soy ciudadana americana de raíces mexicanas. Te quiero contar que mi corazón está muy triste porque tengo miedo de que un día el ICE —el servicio migratorio— deporte a mis papás. Yo tengo derecho de vivir con mis papás, tengo derecho de ser feliz. Todos los inmigrantes como mi papá alimentan este país. Por lo tanto, merecen vivir con dignidad, ser respetados, merecen una reforma migratoria porque a mi país le conviene y porque se lo han ganado trabajando duro”.

jram

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