Jerusalén

Aunque aún no se ha hallado a los responsables del atentado de la madrugada del viernes pasado en la aldea Duma en Cisjordania, nadie en Israel parece dudar de que son miembros de un sector radical extremista de la derecha nacionalista, minoritario pero peligroso. Se estima que pueden ser habitantes de algunos de los asentamientos israelíes en la zona aunque no se descarta la posibilidad de que no residan en Cisjordania, sino dentro de Israel propiamente dicho.

La tendencia casi automática es a pensar en el fenómeno conocido desde hace años como tag mejir, que traducido del hebreo significa “etiqueta de precio”. Con este nombre se hace referencia a ataques violentos contra blancos palestinos o a soldados y policías israelíes, en respuesta a acciones de las fuerzas de seguridad como destrucción, por orden judicial, de estructuras erigidas en forma ilegal en distintos puntos de Cisjordania. También aparecen como reacción a atentados palestinos.

Los protagonistas son conocidos también como “la juventud de las colinas”, jóvenes anárquicos, religiosos, nacionalistas, que obedecen más a una combinación de ideología nacionalista extrema y de confianza en sus líderes rabínicos, que en la ley del Estado.

El término tag mejir acuñado por estos individuos—que no está claro en qué medida están organizados en un marco formal— deja en claro la intención: cobrar a las autoridades un precio por cada acción que llevan a cabo en lo que estos extremistas consideran va contra sus intereses desde el punto de vista nacional.

Pocos meses después de aparecido por primera vez el fenómeno de tag mejir, el periodista israelí Nadav Shragai citó en el periódico Haaretz a un joven de 17 años, cuyo nombre dio solamente en iniciales, que explicaba: “Ha llegado el momento de que también de nuestro lado haya locos. Que también de nuestro lado haya quienes no pueden ser controlados, que tienen reacciones ‘anormales’, que los árabes o el ejército digan ‘con estos mejor no meterse’, así piensan dos veces antes de atacarnos”.

En general, se trató de ataques a propiedades palestinas, sea casos en los que se prendió fuego a campos, se arrancaron olivos, se dañó mezquitas o se pinchó neumáticos de automóviles. El atentado del viernes en el que murió el bebé Ali Dawabsha y sus padres y hermanos resultaron gravemente heridos, fue el primero con un saldo cruento en términos humanos.

El primer incidente. La expresión tag mejir apareció por primera vez en julio de 2008, luego de choques entre un grupo de israelíes de asentamientos y palestinos de la zona y tropas del ejército, en relación al desalojo de un puesto no autorizado en el que los colonos se habían instalado, Adei Ad. Y el nombre del fenómeno surgió directamente de las inscripciones que los responsables dejaron en el lugar del ataque, escribiendo sobre la pared precisamente tag mejir, en general junto a otras frases y a la palabra “venganza” en hebreo.

La sociedad israelí reaccionó muy negativamente ante este fenómeno, que recibió condenas de derecha, izquierda, centro, religiosos y laicos. También líderes de los colonos y conocidos rabinos condenaron los actos vandálicos y los crímenes de odio.

La plana mayor, desde el presidente del Estado hasta el primer ministro y numerosos funcionarios, fue explícita y tajante en la crítica. Pero en la práctica, los resultados en la lucha contra el fenómeno no fueron suficientes.

Los críticos del gobierno suelen alegar que hay permisividad, mano floja intencional y dos políticas distintas en Cisjordania, dependiendo de si la víctima es israelí o palestina.

Las fuerzas de seguridad sostienen que hay una clara intención de frenar a los extremistas pero que al mismo tiempo, hay problemas en recabar pruebas forenses en determinados escenarios, además del inconveniente que supone el hecho que los tribunales determinan penas demasiado livianas.

Hace un año se intentó proclamar a los responsables de acciones de tag mejir como terroristas y ello finalmente no se concretó.

El presidente Rivlin dijo que “hemos sido demasiado permisivos y blandos con los extremistas” y exigió un cambio. Pocos días antes del atentado en Duma, un alto oficial de la policía resumió lo ocurrido en lo que va del año. Dijo que la asiduidad de los ataques iba en caída, pero su gravedad aumentaba. La sensación, al analizar la conmoción que desató el atentado en Duma, es que las cosas, ahora, pueden empezar a cambiar. El tiempo lo dirá.

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