El papa Francisco llegó ayer por  la tarde a la capital de Ecuador, en el inicio de una gira sudamericana que lo llevará además a Bolivia y Paraguay, y fue recibido por el presidente Rafael Correa, así como por cientos de miles de fieles.

“Vengo como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo”,  dijo Francisco al bajar del avión,  momento en que el fuerte viento hizo volar su solideo. “Desde aquí quiero abrazar al Ecuador entero. Que desde la cima del Chimborazo, hasta las costas del Pacífico; desde la selva amazónica, hasta las Islas Galápagos, nunca pierdan la capacidad de dar gracias a Dios por lo que hizo y hace por ustedes”, señaló el Pontífice tras descender del Airbus de Alitalia que lo llevó directamente desde Roma a Quito.

El Papa fue objeto de una cálida y multitudinaria recepción de cientos de miles de ecuatorianos que bordearon el acceso principal del aeropuerto y de un colorido acto de bienvenida preparado por medio centenar de niños ataviados con diversos trajes típicos, a los que el Pontífice saludó emotivamente. Los primeros abrazos los recibió de altos prelados católicos ecuatorianos y  del presidente Correa.

El Pontífice rompió el protocolo para abrazar uno a uno a los niños y jóvenes que hacían la calle de honor, a quienes bendijo en la frente con una expresión fraterna. “Amigos todos, comienzo con ilusión y esperanza los días que tenemos por delante”, dijo.

Al darle la bienvenida, Correa habló de la situación de la pobreza y desigualdad en América Latina y dijo que el mundo no vive sólo un orden social injusto sino inmoral y que la solución a ello “es la unidad de los pueblos”.

Tras el acto de recepción, el Papa inició el recorrido de 45 minutos desde Tababela, donde está el aeropuerto, hasta la nunciatura apostólica en Quito. Se trasladó en un modesto Fiat, en vez del auto blindado que querían en principio las autoridades.  Para el último tramo se cambió al papamóvil para saludar a los miles de personas que desde temprano se dieron cita para verlo y recibir sus bendiciones. Muchos opositores al presidente Correa aprovecharon para manifestarse en contra del gobierno, mientras gritaban  “¡Fuera, fuera!”. Correa iba en un vehículo como parte de la comitiva del Papa.

En el vuelo a Ecuador el Papa platicó con los periodistas; saludó a todos y cada uno, atendiendo sus peticiones de bendición y selfies, siempre con una sonrisa y un comentario amable.   Incluso, lamentó que Argentina hubiera perdido la copa América: “¡Encima por penales!”.

Anoche, de manera inesperada el Papa salió de la Nunciatura Apostólica  para saludar a los fieles que permanecían afuera con la esperanza de verlo. Les agradeció su presencia y los llamó a dejar “dormir al vecindario”, aunque antes de retirarse a descansar les pidió que lo acompañaran a rezar un Ave María y luego bendijo a los presentes.

Está previsto que hoy viaje a  Guayaquil, donde oficiará una misa campal, orará en el santuario de la Divina Misericordia y visitará con carácter privado a los sacerdotes jesuitas del colegio Javier.  En la tarde regresará a Quito para cerrar la jornada con una visita de cortesía a Correa y un recorrido por la Catedral Metropolitana.

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