Santa Cruz, Bolivia.— El papa Francisco pidió ayer “humildemente perdón” no sólo por “las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”, en su encuentro con los movimientos sociales en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, donde poco antes aseguró que llegó ya el “momento de un cambio” ante un “sistema que ya no se aguanta”.

“Alguno podrá decir, con derecho, que ‘cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia”, dijo el Sumo Pontífice en su discurso, en el segundo día de visita al país sudamericano. Afirmó, “con pesar”, que “se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios”.

Francisco recordó que ya lo admitieron tanto sus antecesores como la Conferencia Episcopal de América Latina y Juan Pablo II. “Quiero ser muy claro, como fue san Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios en la llamada conquista de América”, exclamó.

También pidió, “para ser justos”, recordar a aquellos obispos, sacerdotes y laicos “que se ofrecieron a la lógica de la espada con la lógica de la cruz”.

En el discurso más largo que ha dado desde que inició su gira por Latinoamérica, sentenció, aludiendo a “los problemas de todos los latinoamericanos y, en general, de toda la humanidad”, que “queremos un cambio, un cambio real, de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco”.

También advirtió del peligro del “nuevo colonialismo” que llega de la mano de “algunos tratados denominados de libre comercio y la imposición de medidas de austeridad que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres”.

Obsequio polémico. El miércoles, el presidente boliviano Evo Morales obsequió al Papa un crucifijo tallado donde la cruz la forman una hoz y un martillo, lo que desató tal revuelo que ayer tuvo que salir a hablar sobre ello el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi.

El regalo era una réplica de un tallado que hizo el sacerdote jesuita Luis Espinal, asesinado por fuerzas de ultraderecha en 1980 en La Paz. “Fue una creación de Espinal”, dijo Lombardi, quien añadió que “no estaba previsto por el Papa (el regalo de Morales), eso es claro”.

La ministra boliviana de Comunicación, Marianela Paco, negó que el obsequio haya sido una “maniobra política”. El Pontífice “debía tener” esa imagen porque es “el Papa de los pobres”, justificó.

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