El autoproclamado califato del grupo terrorista Estado Islámico (EI), que mañana cumple un año, emergió en Siria e Irak aprovechándose de la inestabilidad y los conflictos en ambos países, donde los yihadistas aplican la ley del terror en el territorio que dominan.
La organización, de tendencia radical sunita, avanzó rápidamente por ambos Estados hasta conquistar áreas que van desde la provincia siria de Aleppo hasta la iraquí de Diyala.
A pesar del acoso aéreo de la ofensiva lanzada por la alianza internacional encabezada por Washington, que apoya a las distintas fuerzas que lo combaten sobre el terreno, el EI se ha mantenido firme, y ha logrado su financiación gracias a la venta de petróleo, a los secuestros, la extorsión y al saqueo de antigüedades.
Sus orígenes, vinculados a Al-Qaeda, se remontan a la época de la ocupación estadounidense en Irak (2003-2011); a partir de entonces dio el salto a Siria, donde adquirió poder al calor de la guerra, y se independizó de la organización dirigida por Ayman al Zawahiri.
Ahora, los yihadistas controlan la mitad de Siria, más de 90 mil kilómetros cuadrados del territorio, incluyendo  las ciudades de Aleppo, Al Raqa, Homs y Hama, así como partes al sur de Damasco, la capital siria. Además, los yihadistas tienen en sus manos la mayoría de los yacimientos de petróleo y gas de Siria, excepto los campos de Shaer y Yezl, en el este de Homs, bajo control del régimen, y los de Remilan, en poder de las milicias kurdas.
Para  cimentar su control, el EI ha abierto cientos de escuelas donde enseña a decenas de miles de niños la religión islámica basándose en la visión del islamista saudita Mohamed Abdelwahab, que pregona una estricta aplicación de la ley islámica o sharia.
Ha sometido a los profesores a cursos de religión y les ha obligado a firmar un compromiso de que se abstendrán de impartir los programas gubernamentales de educación.
El grupo terrorista ha creado también las llamadas “oficinas de cachorros” para reclutar a menores de 18 años y enviarlos a los frentes de batalla. Este mes, 14 de esos niños murieron en combate, mientras que en enero pasado al menos seis menores, de una unidad de 140, perdieron la vida en enfrentamientos en el enclave kurdo sirio de Kobani. Otros menores ha sido obligados a ejecutar a prisioneros y algunos han sido asesinados o torturados, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Además,  la organización extremista vendió en agosto de 2014 a unas 300 mujeres yazidíes, casadas y solteras, a sus combatientes con el pretexto de que son “botines de la guerra contra los impíos”. El Observatorio indicó que hace unos días los yihadistas secuestraron a 42 mujeres yazidíes y las vendieron a precios de entre 500 y 2 mil dólares. El EI mantiene secuestrados a más de 4 mil civiles procedentes de varias provincias y ha ejecutado a 3 mil 27 personas, entre ellas menores y mujeres, así como rebeldes y efectivos del régimen sirio. 
Sobre el combate al EI, el analista político iraquí Raad al Ramadán, “estamos en medio de cambios históricos en Medio Oriente y  EU tiene que mover bien las piezas y en el momento adecuado”.

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