El descubrimiento en Malasia, el domingo, de un total de 139 fosas comunes con restos de inmigrantes y 28 campamentos en los que los refugiados eran retenidos por los traficantes aumentó ayer la dimensión de la tragedia en el sudeste de Asia.

“No sabemos aún cuántos cuerpos hay allí”, señaló el inspector general Khalid Abu Bakar desde el pueblo de Wang Kalian, cerca de Padang Besar, casi en la frontera con Tailandia, donde fueron encontradas las fosas.

“El trabajo de exhumación comienza hoy”, añadió. “Desconocemos la identidad de las víctimas y si son rohingya o si son bengalíes”.

El ministro del Interior, Ahmad Zahid Hamidi, explicó que los cuerpos están apilados de a dos o tres en cada tumba y que los campamentos existen desde hace al menos cinco años. Mientras, el premier malasio, Najib Razak, llamó a llevar ante la Justicia a los traficantes. “Encontraremos a los responsables”, dijo.

El descubrimiento hace sospechar que traficantes sin escrúpulos podrían haber asesinado o dejado morir a cientos de refugiados.

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