Hay tiempos que no pasan en balde y hay años que no dejan de estar presentes. La década del año 2008 al 2018 tiene elementos distintivos que necesariamente serán determinantes en los años por venir, no obstante, aún carece de un título que la distinga.

Hace unos meses se cumplieron diez años de una de las más grandes crisis económicas desde 1929. En 2008, entre otros negocios, Donald Trump preparaba la quiebra de su casino por sexta vez, ya que el conocimiento de la ley de quiebras le había dado lucrativos resultados.

En ese mismo año, con tres años en el cargo de canciller alemana, Angela Merkel emergía como la mujer más poderosa de Europa, el vicepresidente de China, Xi Jinping, debutaba en la prensa mundial a cargo de la exitosa organización de la XXIX Olimpiada de Beijing, y el pasado domingo se cumplieron diez años de la elección de Barack Obama, como un acto de reconciliación histórica con la comunidad afroamericana de EU.

En el noticiero de esa noche, se festejaba la victoria de Obama, en México nos enteramos del trágico accidente aéreo donde perdió la vida el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, acompañado de otros altos funcionarios del gobierno mexicano.

En el caso de México, en una década el sistema político ha vivido la experiencia de elegir a tres presidentes, de tres partidos distintos y con modelos económicos, soportes ideológicos y estilos personales muy diversos.

Fueron los últimos dos años de Felipe Calderón, en el segundo sexenio emanado del PAN, los siguientes seis años los ciudadanos optaron por un gobierno del PRI, presidido por Enrique Peña Nieto, y hoy estamos en la antesala del mandato de Andrés Manuel López Obrador, fundador del partido político Morena, que promete incorporar cambios de fondo en el sistema político y en el modelo económico de México.

Nuestro modelo histórico no tiene antecedente en la alternancia de estos cambios políticos, donde casi el mismo padrón de electores ha decidido, de manera legal y pacífica, por tres opciones de gobierno. Es síntoma de una sociedad en búsqueda, que no es exclusiva de México; a nivel internacional destacan los marcados contrastes que ofrecen candidatos de posiciones opuestas.

Las definiciones de seguridad nacional, terrorismo, los bloques geopolíticos, las instituciones multilaterales y el papel del gobernante que imperaron por más de medio siglo hoy están sometidas a profunda revisión.

La década que en unas semanas está por concluir es una fuente de análisis muy amplia para replantear las teorías políticas sobre gobernabilidad y efectividad de los modelos económicos. Es un plazo que nos permite evaluar la importancia de la preservación de las instituciones, así como de las premisas fundamentales del Estado moderno, como son la soberanía, la inclusión social, la tolerancia, la propiedad privada, las libertades, los derechos humanos, la sustentabilidad climática y la democracia.

En la búsqueda de una nueva democracia destacan exigencias de una sociedad de lo inmediato; la generación de la impaciencia que no da tregua. De ahí que los modelos políticos y económicos estén sometidos a fuertes presiones para reaccionar oportunamente a las demandas sociales.

Por ello es interesante realizar el ejercicio de interpretar los elementos significativos de este periodo; mientras unos se preocupan por el sometimiento del hombre bajo los grandes avances en las ciencias y la tecnología, otros pensamos que se inicia un renacimiento de las ideas y de un nuevo humanismo.

Rúbrica. Entre el burro y el elefante. México ve con atención los resultados de una elección intermedia en Estados Unidos, donde Trump se impone como candidato a la reelección frente a un Partido Demócrata que, sin liderazgo nacional, lucha por dar mayor espacio político a las minorías.

Político, escritor y periodista

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