El mejor ingrediente del proceso educativo es la tranquilidad del espíritu. Los conocimientos no se logran a punta de pistola ni con consumo de sustancias tóxicas, adictivas e ilegales.

Los acontecimientos violentos registrados en días pasados en el campus de Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México, son un síntoma de uno de los más delicados fenómenos que están diluyendo los valores de la sociedad, en su eslabón más sensible que es la juventud.

Es evidente que la comunidad universitaria y todo el país condenamos energéticamente esos actos violentos, máxime cuando éstos suceden en áreas de alto riesgo social, como son los espacios educativos.

Es importante que se reconozca el derecho que tienen todos los estudiantes de contar con un medio ambiente de tranquilidad, armonía y corresponsabilidad para poder desarrollar de la manera más armónica sus estudios.

La Ciudad Universitaria fue concebida precisamente como un remanso de tranquilidad ajeno a las tensiones de la ciudad. En su diseño arquitectónico se pensó en un claustro académico que tuviera los espacios suficientes para que el alumno pudiera desarrollar al máximo sus capacidades y conocimientos.

Este suceso coincide con los hechos sangrientos de la secundaria de Parkland en Florida. Si bien las razones son distintas, la sociedad en conjunto reclama lo mismo; espacios educativos libres de armas y de delincuentes.

La UNAM debe de ser un ejemplo de calidad académica. Por ello invito a los padres de familia y a los jóvenes a rescatar un modo de pensar que nos distinguió recientemente y que fue motivo de grandes elogios en todo el mundo; esa forma de organización social espontánea que yo le llamaría "modo sismo". Este valioso ejemplo de convivencia de los estudiantes que dieron una lección de apoyo generoso, dispuesto y desinteresado para ayudar a su prójimo es el que debemos de preservar en el ánimo de todos los jóvenes mexicanos.

Es con ese espíritu de corresponsabilidad, de valor cívico, de generosidad en el más amplio sentido, que hoy la comunidad universitaria está obligada a reaccionar y defender los valores fundamentales.

Es evidente que hay una responsabilidad de las autoridades en materia de seguridad por los hechos sucedidos, el principal factor de defensa en estos hechos son los estudiantes, quienes deben de plantearse una cruzada en contra de la presencia de personas nocivas que intenten corromper y volver adictos a jóvenes inocentes, en el entendido de que el punto de partida del menudeo de las sustancias tóxicas es el primer paso de toda la cadena de crimen organizado y de que cada bocanada y cada tacha están manchadas de sangre inocente de muchos mexicanos.

Empecemos porque estudiantes, maestros, personal y directivos de la UNAM luchemos por tener un campus limpio, un campus sano, una universidad que se dé a respetar, ajena a los intereses de la delincuencia.

Y que sea esa la carta de presentación para demostrar que en este tema la lucha que realiza pueblo y gobierno en contra del delito tiene una solución, en donde el primer eslabón definitivamente debe ser la mente fresca y no comprometida de las nuevas generaciones.

Reitero, amigo lector, que así como la juventud mexicana dio una muestra ejemplar de la madera que estamos hechos los mexicanos en los sismos del pasado mes de septiembre, hoy los estudiantes de la UNAM pueden dar un paso fundamental histórico si comienzan con esa cruzada por la limpieza de la Ciudad Universitaria, que tenga como consecuencias la limpieza de las ciudades y la limpieza del país, de esas sustancias que tanto dañan y que tanta sangre le han costado a nuestra nación.

Rúbrica. “Porque soy mexicano”. La película La forma del agua tiene 13 nominaciones al Oscar. ¿Cuándo reconocerá Donald Trump que México tiene allá mexicanos de gran calidad?

Político, escritor y periodista.
@AlemanVelascoM
articulo@alemanvelasco.org

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