En México los años electorales son de gran actividad política y pasividad económica. El año 2018 para muchos es un año de espera y pausa en función de las decisiones electorales. La incertidumbre política se disipa con progreso económico. La evidencia de estos ciclos indica que el proceso de freno y acelerador sexenal es poco conveniente para el comportamiento del modelo económico del país.

En los próximos días se llevan a cabo dos eventos de importancia que tienen incidencia para la economía de México y de varias regiones del mundo.

Por una parte, el 20 de enero, la presidencia de Donald Trump cumple un año —y quedan tres— en el poder y el día 30 dará el mensaje a la nación desde Congreso. Además de sus acostumbrados desplantes vía Twitter, será evidente que los temas incluirán el del muro, la migración y el TLCAN. Como todo mandatario en el poder, Trump tiene al villano más severo: el tiempo. Ha transcurrido una cuarta parte de su periodo y es de esperarse que el carácter impaciente imponga decisiones aún más severas para lograr sus metas.

El Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, convoca a los líderes del mundo con el lema: “Creación de un futuro compartido en un mundo fracturado”. La noción de fractura global se interpreta como el fin del dominio unipolar de Estados Unidos. Presenciamos el enfrentamiento de modelos económicos proteccionistas contra los globales, así como la redefinición de los predominios económicos. La globalización ha demostrado la conveniencia de compartir mercados en economías interdependientes, en donde la visión nacionalista o proteccionista contrasta severamente con la eficiencia económica y la rentabilidad financiera. La visión multipolar avanza hacia un modelo de compatibilidad de aceptación, convivencia y tolerancia multiconceptual.

Las empresas de plataformas digitales como Google, Amazon, Facebook y Apple muestran la rapidez con la que la economía digital está evolucionando, lo que impone la revisión de todos los servicios comerciales y financieros en línea, así como la reconversión de los procesos productivos y diversificación de proveedores y el uso de nuevos materiales.

En México hay una narrativa económica que concentra la atención en los flujos externos de recursos tanto por exportaciones, turismo y de manera importante de inversión extranjera. No obstante la inversión privada nacional, es, desde mi punto de vista, la más relevante, pues es la comunidad empresarial mexicana la que tiene mayor interés en la viabilidad del país en el largo plazo, por eso reinvierte sus utilidades. Las empresas mexicanas tienen oportunidad de ingresar con rapidez a la cuarta revolución industrial-digital, para mantener el nivel de competitividad e identificar las vías de diversificación de nuestros flujos comerciales.

De manera importante el escenario internacional reconoce a México como un mercado de consumo de alta prioridad. La decisión de reorientar el origen de nuestras importaciones es uno de los instrumentos más poderosos de negociación comercial.

El modelo mexicano que se ha conformado con la recepción de inversión extranjera nos obliga a reorientar las metas de productividad, rentabilidad, innovación. Esta es la receta más exitosa que las economías desarrolladas han conquistado para elevar el nivel de vida de su población y consolidar la estabilidad económica.

Por ello la mejor forma de consolidar el sistema democrático nacional es aportando un elemento que disipe la incertidumbre económica y permita que la población mantenga su calidad de vida. Invertir en México asegura que la competencia política no ponga en riesgo los logros de la estabilidad económica.

Rúbrica. Manifestódromo. En año electoral el sueño de los negociantes del acarreo es que el Paseo de la Reforma se vuelva peatonal.

Político, escritor y periodista.
@AlemanVelascoM
articulo@alemanvelasco.org

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