El fuerte olor a gas, el estremecimiento de toda una delegación debido a un estallido, el posterior ulular de las ambulancias y la desesperación por evacuar a los lesionados fueron imágenes que regresaron a las mentes de quienes vivieron la explosión en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa hace un año.

“Las heridas siguen abiertas”, comentó Raúl Román, ex trabajador del hospital al participar junto con familiares en una caminata para recordar a tres trabajadores fallecidos en el siniestro: las enfermeras Ana Lilia Gutiérrez y Mónica Orta, así como su amigo el camillero Jorge Luis Tinoco.

Con una marcha y una misa en el predio del antiguo hospital, en la colonia Contadero, unos 250 trabajadores de dicho inmueble, así como familiares de las víctimas conmemoraron el primer aniversario de la tragedia en Cuajimalpa.

Además, en el hospital ABC de Santa Fe se colocó una placa conmemorativa de los hechos, pues en este centro fueron atendidos varios de los bebés lesionados.

Cerca de las 8:40 horas, salió de la colonia El Yaqui una caminata de 30 personas, la mayoría familiares de Ana Lilia, Mónica y Jorge, cuyos nombres fueron coreados por calles del centro de la demarcación.

“Héroes de Cuajimalpa”, se leía en una manta que cargaron al frente del contingente.

“Ellos estaban dentro del hospital cuando ocurrió la explosión y por su vocación se enfocaron a evacuar a los bebés que estaban en peligro”, resaltó Jorge Muñoz Galicia, tío del camillero Jorge, de quien dice en realidad fue su hermano y para homenajearlo se disfraza como payaso junto con Raúl Román para divertir a niños hospitalizados, tal como lo hacía su sobrino.

La caminata llegó al terreno del hospital, donde, minutos después de las 10:00 horas se realizó una misa conmemorativa de los hechos que enlutaron a la Ciudad de México el 29 de enero del año pasado.

Sin la presencia del jefe de gobierno de la Ciudad de México ni de miembros de su gabinete, el sacerdote Evaristo Alonso dio un mensaje ante unos 250 trabajadores del extinto hospital, familiares de las cinco víctimas —tres adultos y dos bebés—, así como algunos de los 72 lesionados y pacientes que presenciaron la explosión.

“Hay que ser solidarios con nuestros hermanos y alentar a las familias de los que perecieron, pues lo hicieron en cumplimiento de su deber y eso los hace grandes a los ojos de Dios”, resaltó el sacerdote en la ceremonia que tuvo carácter privado a petición de los propios trabajadores de la Secretaría de Salud, según refirió el personal del acceso.

En la carpa instalada para la misa estaba Yuli Flores, de 17 años, quien perdió en la tragedia a su hija María Esperanza, de un mes de edad atendida en el Materno Infantil por una infección.

Su pequeña fue rescatada por el policía Mauro Enrique Vera, célebre por una foto en la que aparece rescatando a la niña que más tarde falleció en el hospital de Legaria.

“Conocí al policía y dijo que mi hija fue muy fuerte, que a pesar de que se cayó, ella no lloró y es cierto, ella le echaba muchas ganas para recuperarse”, dijo con llanto Yuli.

Pidió apoyo pues su esposo perdió su empleo de ayudante de cocina por faltas, pues tenía que asistir a las reuniones de mediación con la gasera Express Nieto, que los indemnizó por el incidente.

Entre abrazos, lágrimas, pero también sonrisas, la comunidad del Materno Infantil volvió a su segunda casa y pidieron que se construya lo antes posible el nuevo Hospital General de Cuajimalpa.

Sin embargo, los empleados y familiares afectados sienten que a pesar de salir adelante, el acontecimiento en la colonia Contadero “es una herida que nunca se va a cerrar”.

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