El edificio Luis Cárdenas no siempre fue utilizado como bodegas, locales o pequeños cuartos habitacionales. Antes, en 1950, el inmueble estaba conformado por departamentos donde vivían decenas de familias.

Fue tras el temblor de 1985 cuando los huéspedes comenzaron a deshabitarlo. Aunque algunas personas viven en el edificio, la mayoría lo usa como bodega y locales, como Carlos.

“En 1950 llegué al edificio, era un lugar de renta de familias. Aquí vivía mi suegra, pero como era militar me fui de la ciudad y cuando regresé pocas familias seguían viviendo aquí”, recuerda el hombre de 85 años.

Carlos retornó a la capital mexicana en 1988, para entonces, “algunas familias estaban emigrando y lo adaptaron como bodegas”.

Cuando era una vecindad de departamentos, recordó, tenía daños el edificio, “pero no estaba tan deteriorado como ahora”.

Según Carlos, el primer dueño le daba mantenimiento al inmueble, pero cuando falleció, sus herederos no le pusieron atención.

En 1988 Carlos decidió rentar un pequeño espacio para poner un negocio de venta de ropa, “como se me acabó el trabajo, me vine de ambulante, pero como había muchos problemas busqué un lugar y renté aquí”.

Todo un departamento renta Carlos para su negocio. El sitio es viejo, las paredes tienen cuarteaduras, los pisos están deteriorados y el techo pareciera que está a punto de colapsar.

Sólo dos cuartos se ven en buen estado, los que acondicionó para vender diversos artículos: “Lo arreglé para que tenga presentación, le resané todas las paredes por dentro, porque por fuera ya no me convenía”.

El piso de madera lo cubrió con una lona, mientras que en el techo colocó un plástico para que el polvo no ensucie la ropa.

En uno de estos dos cuartos aún se aprecian grietas de diferentes tamaños, “son muy ligeros los daños que tiene”. La mayoría de las grietas las cubrió con cemento y yeso, mientras que con vigas refuerza paredes y techo.

“Uno como inquilino nada más acondiciona el pedazo que le toca. Invierto en el lugar tanto como se me vaya presentando”, dice.

Para llegar al negocio de Carlos se debe subir por las escaleras, las cuales se están desmoronando. “Lo que me da miedo es que me caiga un pedazo de acabado, porque la escalera con las vigas que tiene aguanta, los escalones son muy fuertes, a pesar de que ya tienen muchos años, esos refuerzos le dan mucha seguridad, lo que me da miedo es el acabado, si me cae una pasta de yeso en la cabeza me descalabra”, mencionó preocupado.

Para Carlos, el edificio necesita una remodelación completa, ya que “es una joya y tiene unas estructuras muy bonitas”.

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