metropoli@eluniversal.com.mx

Tal vez su nombre no sea precisamente el más original, pero sin duda Simba, el león de un año y 90 kilos de peso que hasta el día de ayer vivía en una azotea de una vecindad en la colonia Merced Balbuena, en la delegación Venustiano Carranza, era muy querido por todos sus vecinos.

Los colonos cuentan que cuando el felino era pequeño, su dueño incluso lo sacaba a pasear por la calle donde vivía. Los locatarios de la zona comercial de La Merced que trabajan en la Cerrada de San Ciprián, frente a la vecindad número 12, ya estaban familiarizados con él.

Alberto Ortega Castañeda —su dueño— compró el ejemplar macho desde hace un año, tenía un mes de nacido y lo alimentaron con leche hasta los dos meses. Después le dieron carne, pero le hizo daño.

De cachorro, Simba presentó un problema en sus huesos. El peso de su cuerpo excedía lo que podían soportar sus patas. Por eso a los conejos y el pollo que le daban de comer les ponían calcio.

Un “juguete” peligroso. Cuando los niños que vivían en esa vecindad llegaban de la escuela, en lugar de jugar fútbol o salir a la calle con sus amigos, le pedían a Alberto que los dejara jugar con el gran felino.

Apenas les abría la jaula, los pequeños se amontonaban para tocarlo. Le gustaba que le acariciaran la panza.

Pero como era de esperar, el tiempo pasó y Simba creció. Aunque esto no fue impedimento para que los niños siguieran teniendo contacto con el gran carnívoro.

A pesar del peligro evidente, todos los vecinos aseguraron que aquel felino de 90 kilogramos de peso no era agresivo, al contrario, lo describieron como un animal muy ‘tierno’.

En una ocasión una llamada anónima informó a las autoridades sobre la existencia del león en cautiverio, pero cuando lo fueron a buscar, no los dejaron entrar; la orden de cateo que tenían no correspondía con el predio correcto, y cuando dieron con él, un vecino ya había escondido al gran felino.

Fue mediante un vídeo de Simba acabando con la vida de un cerdo —al que no al final no se comió— la causa por la que ayer el personal de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) finalmente fue por él.

Apoyados por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) subieron hasta el departamento 303, del edificio B, para informar que venían por el animal. Todos —incluyendo los uniformados— dijeron que Alberto sí contaba con los papeles que le autorizaban tener al animal, sólo personal de la Profepa negó esto último.

Luego de sedarlo, colocarlo en una manta y bajarlo entre cuatro hombres desde la azotea de la vecindad hasta la entrada, los vecinos y amigos del león Simba le dijeron adiós.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses