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La procuraduría capitalina aún no concluye los peritajes y los exámenes médicos que se le aplican a la mujer policía que denunció que su superior la había violado en una caseta de vigilancia en las inmediaciones de la delegación Gustavo A. Madero, además, tanto la denunciante como el detenido han caído en contradicciones en sus primeras declaraciones.

El mando reveló que sostenía una relación sentimental con la policía, hecho que ella negó y dijo que simplemente eran buenos amigos.

Hasta el momento la autoridad investigadora no ha logrado establecer si el caso se trata de una violación, un abuso o un mal entendido entre el mando y la oficial, pues a rendir su declaración varios testigos —también policías y amigos del mando— revelaron que aparentemente ambos sostenían una relación extramarital.

Parte de la investigación reveló también que ambos tenían aliento alcohólico, y que lo consumieron en una de las casetas de vigilancia, es decir, mientras estaban en funciones ingerían bebidas alcohólicas en la caseta de vigilancia.

A la víctima se le solicitó su autorización para un examen toxicológico con la finalidad de encontrar alguna droga —como lo mencionó en su declaración inicial— y saber si tuvo algún efecto en su cuerpo, pues la mujer dice no recordar nada de lo sucedido hasta antes de que ingiriera un refresco que le ofreció el detenido.

En el punto de vigilancia estaban por lo menos otros tres policías a quienes los agentes que llevan el caso mandaron citar para que expliquen lo sucedido.

Estos aseguraron que no se dieron cuenta de nada; sin embargo, aseguraron que el mando Flores Cruz con frecuencia se veía con la ahora denunciante. Como parte de la investigación se solicitó la revisión de las cámaras de vigilancia de dos locales cercanos, así como la revisión de los expedientes laborales de los oficiales involucrados.


Los cesan de sus cargos. Mientras tanto el departamento de Asuntos Internos de la Secretaría de Seguridad Pública también revisa el caso.

Para darle libertad a la procuraduría local para que investigue y se esclarezcan los hechos, ambos agentes fueron suspendidos de la labor policial, así como otros dos uniformados que estaban en el punto de vigilancia y que aseguraron no darse cuenta de la supuesta violación.

También se les busca fincar una sanción administrativa, pues el aliento alcohólico que presentaban reveló que el punto de vigilancia en realidad era un lugar donde se acostumbraba hacer reuniones con el consentimiento del mando acusado de violación, pues en el expediente resaltó que tenía quejas por situaciones similares.

Este caso encendió las alarmas en la Secretaría de Seguridad Pública al grado que se ordenó una revisión en todos los puntos de vigilancia de la Ciudad, sobre todo los fines de semana, que es cuando las denuncias de algunos uniformados y llamadas anónimas dan cuenta que los policías prefieren la fiesta descuidando la seguridad de la comunidad.

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