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El juez de control Alejandro Cruz Sevilla vinculó a proceso a Juan René, quien el pasado 15 de mayo apuñaló dentro de la Catedral Metropolitana al párroco José Ángel Machorro, hiriéndolo en cuello, pulmón y cervicales, por lo que el sacerdote se debate entre la vida y la muerte.

El juzgador manifestó que encontró las pruebas suficientes para continuar la investigación contra el imputado.

Al término de la audiencia que ayer se llevó a cabo, se dio a conocer que durante las “crisis sicóticas” el imputado sólo se limita a decir que la agresión al religioso fue por un “mandato superior”, y que llegado el momento él dará a conocer toda su versión sobre lo ocurrido.

Se fijó cuatro meses como plazo máximo para el término de las investigaciones, tiempo en el que el Ministerio Público tiene que comprobar que el imputado agredió al párroco el día de los hechos.

La defensa deberá demostrar que Juan René padece alguna discapacidad mental, tal como lo anunciaron en la primera audiencia, pues —según el juez— aunque en primera instancia se habló de que el imputado padece de un “trastorno sicótico y no tiene la capacidad de entender el hecho de un ilícito”, esto se tiene que demostrar médica y científicamente.

Durante el desarrollo de la audiencia, Juan René nuevamente pidió hablar directamente con el juez. Le comentó que no estaba de acuerdo con el actuar de sus abogados defensores quienes, reveló, nunca lo visitaron durante su reclusión para planear la estrategia.

Además, pidió ser trasladado a otro instituto mental, pues dijo que en el Centro Varonil de Readaptacion Psicosocial (Cevarepsi) lo obligan a tomar dogas que alteran su realidad y dañan su cerebro, solicitud que fue rechazada por el juzgador al argumentar que en ese lugar hay especialistas que sólo buscan lo mejor para el imputado.

La versión de Juan René del por qué de la agresión no ha sido escuchada por el juzgador a petición de la defensa. Cada que el imputado pide expresarse se lo niegan porque no lo consideran congruente ni apegado a la realidad.

En primera fila estuvo su madre, María Zenobia Martínez López, quien sólo afirmaba o negaba lo que escuchaba del juez y del Ministerio Público. Al terminar se retiró pidiendo respeto a los medios de comunicación pues, dijo, nada de lo que se ha manifestado con el juez o en la prensa es verdad.

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