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Con la entrega formal de uno de los cinco ejemplares originales de la recién promulgada Constitución de la Ciudad de México, la Asamblea Legislativa recibió ayer la estafeta de los diputados constituyentes para proceder con la elaboración de las respectivas leyes secundarias.

En sesión solemne, los 66 diputados del órgano legislativo local recibieron también el acervo documental que incluye todos los debates en pleno, las actas y acuerdos de la Mesa Directiva, de la Mesa de Consulta, de la Conferencia de Armonización, de las conferencias y comisiones de dictamen, del Parlamento Abierto y de la consulta a los pueblos, barrios originarios y comunidades indígenas residentes.

Fue una ceremonia de casi dos horas a la que asistió la secretaria de Gobierno de la Ciudad de México, Patricia Mercado Castro, en representación del jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa, así como el presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Édgar Elías Azar, y los secretarios de Finanzas, Édgar Abraham Amador Zamora; de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades, Rosa Icela Rodríguez; el contralor general, Eduardo Rovelo Pico, y el consejero Jurídico y de Servicios Legales, Manuel Granados Covarrubias.

A decir del presidente de la Comisión de Gobierno, Leonel Luna Estrada, se trató de una celebración doble en el recinto de Donceles y Allende. “Festejamos una Constitución Política que ya es centenaria y los habitantes de esta gran Ciudad festejamos que después de muchos años de insistir, por fin tenemos nuestra propia Constitución”, aseguró.

Ambiente de celebración. Fue tanta la algarabía que se vivió ayer por la mañana, que incluso el líder de la bancada de Morena, César Cravioto Romero, hasta se olvidó por unos minutos de sus constantes críticas hacia la oposición.

Con tal de no quedar fuera de la foto, no le importó estar codo a codo con Luna Estrada y al lado del presidente del Tribunal Superior de Justicia, Édgar Elías Azar, a quien —en su momento— acusó de haber sido impuesto desde la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Ambos intercambiaron comentarios, aunque no se sabe si fueron de manera amigable o por obligación.

Durante la ceremonia también hubo un pronunciamiento por parte de Alejandro Encinas Rodríguez, quien fungió en la Constituyente como presidente de la Mesa Directiva: “Prácticamente pasamos la estafeta de los siguientes trabajos a la Asamblea Legislativa, la que tendrá que expedir, en muy corto plazo, diversas leyes constitucionales relativas a la elección del Poder Legislativo, Ejecutivo y las alcaldías, que será aplicable para el proceso electoral 2017-2018”.

Encinas y Luna destacaron la elevación a rango constitucional local de figuras de la democracia participativa como el plebiscito, la consulta ciudadana y la revocación del mandato, “sin lugar a dudas avances importantes en la legislación del país”.

Hasta este momento todo marchaba bien, sin críticas ni cuestionamientos, sólo pronunciamientos a favor de la Constitución. Sin embargo, desde la tribuna al tomar la palabra el morenista César Cravioto volvió al discurso de siempre.

“Es sabido que a todas luces arbitrarias se vulneró la voluntad popular, porque sólo 60 de los 100 diputados constituyentes fueron elegidos por el voto popular. No pararon ahí los atropellos. Continuaron en el seno de la Constituyente al negársele a Morena el derecho a presidir la Asamblea Constituyente por haber sido la fuerza política que mayor número de votos consiguió en las urnas”, acusó.

Fue en ese instante cuando Cravioto dijo que ayer también era un día importante porque se podían congratular de que en la Constitución, Morena consiguió eliminar la reelección en el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad para instaurar un sistema rotatorio, crucial de lo que llamó, frente a Elías Azar, un imperio de la ley.

Y como si se tratara de una competencia de logros en el pleno de sesiones, aseguró que gracias a los constituyentes de Morena quedaron plasmados en la Carta Magna local los idearios de justicia, austeridad, honestidad y repartición de la riqueza.

Mientras, en las curules, varios diputados pedían a Manuel Granados y Porfirio Muñoz Ledo que les autografiaran su Constitución.

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