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Hace 70 años abrió La Dos Naciones en la calle Bolívar de la Ciudad de México. Quienes trabajaron aquí nunca imaginaron que el lugar sería considerado una reliquia. “Un museo de memorias, historias y evocaciones”, dice su actual propietario, Christian Ruiz. Aquí las mujeres vendían tragos en paquetes y su compañía para bailar o platicar. La tradición trascendió generaciones, y este fin de semana se dio por última vez, en esta cantina.

“Las ficheras son el alma del arrabal en México”, explica Christian, su abuelo abrió la cantina que él administró hasta ayer. Con el cierre de Las Dos Naciones, dice, se pierde una tradición que intentó conservar, incluso bajo el concepto de museo. “Es un lugar donde se guardan los momentos, las historias, las evocaciones, algo único”, afirma.

Christian afirma que “ficheros” podríamos ser todos. “Al fin y al cabo cualquier vendemos nuestros tiempos, y escuchamos a los demás también por negocio”, dice.

Alternativa de nuevas generaciones. En el Centro Histórico de la Ciudad de México, La Dos Naciones fue una de las cantinas tradiciones que intentó perpetuar su concepto al abrir sus puertas a las nuevas generaciones. “Desde hace un par de años intentamos integrar a los cheleros, estos chavos que en las otras cantinas no eran bien recibidos, porque ahora sí que nada más traían para su chela”. La presentación de libros, documentales, lectura de poesía y la música en vivo dio a la cantina el atractivo suficiente, para que este día su despedida haya sido promovida en las redes sociales.

Laura Villavicencio tiene 30 años trabajando en esta cantina, le duele dejar su trabajo, y que el concepto tenga que desaparecer. “Ha sido una tradición… y creo que mucha gente nos conoce y nos quiere, por eso este día está lleno, pero lamentablemente el alto costo de las rentas no permitió seguir”, dice mientras sirve los últimos tragos.

Para Laura la vida de cantina se acabó con el cierre de Dos Naciones, “no hay manera de seguir”, dice este día que no ha podido parar porque las mesas que atiende están llenas de clientes.

Dos Naciones inició su promoción en redes sociales, según explica Christian Ruiz, no fue la falta de éxito la que ahora les obliga cerrar, si no los excesivos costos de renta, la falta de acceso vehicular al centro de la ciudad, así como una mala interpretación del concepto.

“Somos muy distintos a la prostitución”, dice Christian, quien asegura que el concepto de baile y compañía de Dos Naciones, nunca estuvo ligado al comercio sexual. La fichera más antigua tiene más de 39 años trabajando en la histórica cantina, que se promovió como museo sus últimos años.

“Yo soy una reliquia”, dice Rocío, la capitana de las ficheras, en un pequeño documental que se exhibe en la página de Facebook que Dos Naciones creó, en un intento por promocionar sus tradicionales servicios. “En este negocio no necesitas estar bonita. ¿Sabes qué es lo que necesitan los hombres que vienen aquí? Que los escuchen”, dice otra de ellas quien explica que las mujeres jóvenes y las más maduras tenían oportunidad de conseguir clientes para hacerles compañía.

El lugar también fue heredero de la tradición de cantinas españolas que llegó a México a mitad del siglo pasado. La botana de este último día es una combinación de mariscos, con guisos mexicanos, según Christian, aún conservadora de la herencia española que su abuelo dejó.

Las ficheras bailaron ya las últimas piezas, la música en vivo también terminó. Según Christian el cierre de la cantina será definitivo. “Sólo un milagro lo podría salvar”, dice, entre las paredes decoradas con pinturas de personajes de la época de oro del cine mexicano.

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