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Juan Carlos Aceves tiene 13 años y 40% de su cuerpo está quemado como consecuencia de la explosión en el mercado de cohetes de San Pablito, en Tultepec, Estado de México.

En un primer momento fue internado en el Hospital materno Infantil de Xochimilco y una vez estabilizado, el día de ayer a las 13:00 horas pudo ser llevado en un helicóptero Unidad Cóndor hacia el aeropuerto de Toluca. Ahí lo estaba esperando un avión-ambulancia para trasladarlo al hospital de alta especialidad y máxima complejidad en el tratamiento de niños quemados en Galveston, Texas, en Estados Unidos, con el apoyo y coordinación de la Fundación Michou y Mau. Lo acompañó su padre.

Virginia Sendel de Lemaitre, periodista y presidenta de esa fundación, refiere que el tratamiento de un niño con el nivel de quemaduras del joven Juan Carlos tiene un costo promedio de un millón de dólares, desde que llega al hospital hasta que cumple los 18 años de edad, que es cuando a los menores reciben el alta médica.

“Es lamentable que continuemos atendiendo accidentes relacionados con pirotecnia, como lo hemos hecho a lo largo de 12 años desde la fundación de Michou y Mao.

“Lo ocurrido en Tulpetec es un lamentable accidente; lo que nos corresponde es conseguir los apoyos para trasladar a los niños en los aviones ambulancia y pagamos los costos de los mismos, aunque en este sexenio nuestra salvación ha sido el DIF nacional, a través de la Secretaría de Marina, que ha realizado a lo largo de dos años más de 35 traslados de niños quemados hacia Galveston. Esta institución ha salvado a niños hasta con 95 % de su cuerpo quemado.

“Entiendo que en México la pirotecnia es un oficio ancestral, sé también que en Tultepec vivían más de 300 familias de la venta de estos artefactos, era un mercado autorizado para la venta de cohetes, ahí se hizo un esfuerzo maravilloso al hacer que los puestos fueran de concreto y estuvieran unos separados de otros, pero también se cuelan piratas en los mercados. Se hará una investigación , pero la piratería pudo haber desatado la explosión. Fue un accidente.

“Tendría que legislarse de manera aún más eficiente este tipo de lugares. Tampoco podemos pretender que todos aquellos que se dedican a este oficio dejen de hacerlo. A nosotros nos corresponde salvar a los niños que se queman; el niño quemado es una tragedia que se debe evitar y que se puede evitar”, comenta.

Apoyos. Sendel explica que en este momento también se da seguimiento a la atención de Aurelio Flores Estrada, de 16 años, Silvia Rodríguez y Pamela Romero, tres pacientes quemados como consecuencia de la explosión que se registró en Tultepec.

Aurelio Flores Estada es un joven de 16 años con 70% de la superficie corporal quemada y daño por inhalación, que iba a ser trasladado el día de ayer al Shriners de Galveston, Texas: “Llegó al Hospital de Traumatología y Ortopedia Lomas Verdes, estaba planeado su traslado pero se nos fue para abajo [las condiciones de salud no lo permitieron] y no se le podrá trasladar en este momento, sino hasta que logre estabilizarse para poder subirlo al avión-ambulancia; ahora volverá a requerir de una atención especial; de momento Aurelio está entubado.

“Hay una niña más, Pamela Romero, que tiene su cuerpo con 90% de quemaduras y está muy grave. Sus padres además no aparecen. Los estamos buscando junto con la Secretaría de Salud. Pamela por ahora no puede ser trasladada a Galveston”, agrega Sendel de Lemaitre.

Silvia Rodríguez, otra de las niñas quemadas en 90% de la superficie de su cuerpo se encuentra en el Centro Nacional de Investigación y Atención a Quemados del instituto Nacional de Rehabilitación, pero no puede ser trasladada a Estados Unidos debido a que tiene un serio daño en la cabeza, comenta Sendel de Lemaitre.

“Es importante decir que viene un grupo de médicos del Hospital Shriners a brindar apoyo, inclusive para los adultos que resultaron quemados en esta explosión de Tultepec. El gobierno del Estado de México es el primero que ha aceptado y pedido el traslado de estos médicos hacia el país para brindar apoyo”, precisa.

Considera urgente que en México exista un hospital de salud pública para la atención del quemado.

Asegura que los pacientes son muy relegados debido a que es el tratamiento más caro que existe, el que más sufre, y el equipo para su atención, el más costoso.

“A nosotros lo que nos corresponde es conseguir los apoyos para el traslado de los niños quemados hacia el Shriners Hospital for Children, en Galveston. Hemos trasladado a dos mil niños a lo largo de 12 años”, comenta quien en lo personal vivió una tragedia en 1998 al perder a su hija Michelle Lemaitre Sendel y a su nieto, de tan solo cinco años de edad, en un incendio por un cortocicuito en un pino navideño que envolvió en llamas la casa de su hija.

La presidenta de la Fundación Michou y Mau espera que esta tragedia contribuya a que se difunda la importancia de la prevención para que los padres no compren cohetes a sus hijos.

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