Mucha historia existe entre los imponentes rascacielos apostados sobre esta avenida que busca convertirse en el gran corredor financiero de la capital mexicana.

Encargada por Maximiliano durante el Segundo Imperio y bautizada años después como Reforma en honor a las políticas de Benito Juárez, el Paseo de la Reforma albergó las primeras joyas arquitectónicas durante el pasado siglo XX.

Es el caso de la“Casona de cantera rosa”, un pequeño inmueble de gran valor histórico ahora desplazado -aunque no demolido- para instalar los cimientos de la actual Torre Reforma, ubicada en el número 483 de la mencionada avenida.

Se trata de una obra de estilo gótico afrancesado, encargada en 1929 por el empresario inglés Sir Patrick para complacer a su esposa, aunque ésta falleció antes de ver la vivienda terminada.

Desde aquel año ha pertenecido a diversos dueños; ha fungido como residencia familiar, restaurante e incluso como centro nocturno, el llamado “Living”.

Conviviendo con la historia

El destino de la casona fue incierto para 2010. Su ubicación no permitía colocar los cimientos para el nuevo proyecto de casi 250 metros de alto, la nueva torre que ahora rivaliza con su vecina BBVA Bancomer.

El arquitecto responsable de la Torre Reforma, Benjamín Romano, relata en entrevista cómo ofreció mover la casa para no destruirla.

“La movemos, yo tengo toda la capacidad de hacer un proyecto respetando la casa y se va a quedar: ahí fue cuando creo que gané el proyecto, por esa simpleza de decir la movemos y la mantenemos como parte del proyecto”.

Torre Reforma: el contraste entre lo antiguo y lo moderno
Torre Reforma: el contraste entre lo antiguo y lo moderno

Recuerda que se inspiró en las charolas de los meseros para crear la técnica que ayudó a desplazar la casa y construir los cimientos del imponente edificio.

“La casa estaba rentada a una discoteca y los dueños nos prestaban la casa en las mañanas para ver qué hacíamos. En aquel entonces nos reunimos con el doctor Roberto Meli, Enrique Santoyo y yo, y nos sentamos allá atrás y del lado del bar había charolas con botellas y copas de la noche anterior y fue cuando se me ocurrió hacer una charola, y así como el mesero carga una charola, pues la charola se va a llevar la casa”.

Seis meses bastaron para fabricar la llamada charola que ayudó a desplazar la casona 18 metros al norte y la soportó durante seis semanas, tiempo en el que nivelaron el suelo y se realizaron los muros de contención.

Moviendo una casa en tres pasos

El proceso fue una labor titánica y se desarrolló en tres pasos: preparación, desplazamiento y regreso de estructura. La preservación de la casona inició en la primera fase con la protección de elementos frágiles como vidrios, lozas y estructuras de piedra como gárgolas que decoraban la casa.

Los empleados continuaron con una excavación para hallar los cimientos originales de la propiedad, los cuales fueron perforados para insertar una losa reticular conformada por varillas y las cleopatras o soportes. Posteriormente se insertaron los muros Milán o pantalla y se reforzaron las paredes del inmueble para integrar los rieles y los gatos hidráulicos deslizables.

La segunda fase consistió en arrastrar la vivienda por casi 11 horas hacia el norte, construir más muros pantalla alrededor de la casona, y nivelar el terreno.


Durante la tercera y última fase, la casa protegida por el Instituto Nacional de Bellas Artes volvió a ser jalada a su posición original, es decir 18 metros hacia el sur en tan sólo tres horas, tras lo cual se continuó con el proceso de excavación y construcción de los estacionamientos subterráneos.

El pasado y el presente, fusionados

Actualmente, la moderna Torre y la vieja casona están fusionadas, integrando una obra que en su estructura permite la convivencia del pasado y el presente en la Ciudad de México.


La “Casona de cantera rosa” está proyectada para dar vida a la planta baja del rascacielos, debido a que albergará una tienda Mac y una cafetería. La primera se estima que abra sus puertas a medidos de septiembre; mientras que la segunda será en noviembre cuando vea la luz.

Con 246 metros de altura y 57 pisos, la construcción de la Torre Reforma inició en el año 2009 y aunque ya algunas empresas ocuparon las oficinas, aún quedan detalles por definir.

Indestructible y sustentable

Benjamín Romano recalca que la presencia de la Torre es importante porque aporta una técnica para afrontar los sismos.

“Hemos tenido la suerte de tener un reconocimiento internacional en Nueva York por aportar a la industria de los rascacielos el uso del concreto para resistir las fuerzas laterales, que son sismos en nuestro caso o vientos en Nueva York”.

La Torre Reforma cuenta con dos muros de concreto y una estructura de acero que le permiten absorber y disipar las ondas sísmicas, por lo que puede resistir movimientos telúricos de hasta 9.0 grados Richter.

Por otra parte, la obra también resalta por ser un referente en materia de sustentabilidad en América Latina. El rascacielos cuenta con la certificación LEED Platino (Leadership in Energy and Environmental Design) la cual la acredita de manera internacional y ante el U.S. Green Building Council por las medidas adoptadas para que el inmueble sea amigable con el medio ambiente.


Y es que 90% de sus espacios cuentan con iluminación natural, al tener vistas dirigidas hacia el Bosque de Chapultepec, con lo que se ahorra cerca de 24% de energía en comparación con otros grandes edificios, lo que ayuda a la productividad laboral y a la disminución del estrés.


Cada cuatro pisos existe una zona con áreas verdes en las que hay arbustos y vegetación, mismos que ayudan a generar corrientes de aire y ventilación dentro del inmueble, además de disminuir las emisiones de dióxido de carbono.

Esa baja de CO2 también se logra gracias a su estacionamiento inteligente distribuido en ocho sótanos, en el cual se almacenan 60% de los automóviles en un espacio subterráneo con rampas de acceso y 40% con sistema robótico.

“Si aquel edificio (Torre Mayor) consume 100 litros, éste consume 70 litros de agua, 30% menos; claro que todos los excusados son ahorradores, pero esa no es la clave, la clave está en que el 100% del agua negra y de lluvia de este edificio se queda en el edificio debido a que la conducimos hacia un depósito que está en el sótano -10 y ese depósito nos permite almacenarla y reutilizarla”, refiere Benjamín Romano.

Un "músculo" muy mexicano

Romano se siente muy contento por la presencia contundente y mexicana plasmada en la imponente Torre Reforma, cuyas rentas de espacios a empresas puede oscilar entre 30 y 40 dólares el metro cuadrado.

Obligado a hacer mil 100 cajones de estacionamientos por la normatividad mexicana, el arquitecto está convencido que los espacios no serán ocupados porque los usuarios tienen muchas opciones para desplazarse hacia sus casas como el Metro, la próxima Línea 7 del Metrobús, Ecobici, taxis y el servicio de transporte controlado por "apps".

“Yo creo que no se van a usar porque cada vez más los ciudadanos de esta ciudad entendemos que la movilidad debe ser de otro tipo, cada vez lo entendemos mejor y estoy 100% convencido que muchos de los estacionamientos que se construyeron por culpa de la normatividad no se van a ocupar”.

Finalmente, Romano presume: “Es figura arquitectónica, tectónica, volumétrica, como toda la arquitectura mexicana. Piensa en estos edificios sólidos de la arquitectura mexicana como Teotihuacán, la UNAM o Palacio Nacional, son edificios muy sólidos, no son cajitas de cristal y ésta (Torre Reforma) lo que me gusta es que tiene esta presencia de músculo”.

ahc

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