El 1% del PIB y cerca del 20% del presupuesto del sector salud es el costo que representa la atención de enfermedades respiratorias relacionadas por la contaminación ambiental, por lo que es urgente la actualización y creación de normas que regulen los máximos permisibles de los contaminantes, advirtió Horacio Riojas, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP)

Al participar en el Taller a medios sobre Calidad del Aire, el investigador indicó que la contaminación del aire es el factor de riesgo ambiental más importante en términos de salud pública, y aunque las normas se han ajustado para proteger la salud, aún no son iguales a los recomendables por la Organización Mundial de la Salud (OMS); destacó que es la sociedad y el sector salud quienes pagan los costos de la contaminación el aire.

“Es la población y el sector salud quién paga los costos sociales de la contaminación del aire. Es mu alto (el costo) porque podría prevenirse lo que estamos tratando de decir es que tanto enfermedades como muertes son evitables. Es importante cuantificar de qué tamaño es la exposición y de qué tamaño son estos riesgos y cuántos de estos eventos podrían ser evitables”, apuntó.

Resaltó la importancia de actualizar la norma de salud de dióxido de azufre, la cual data de hace cinco años y establece niveles por encima de los recomendables por la Organización Mundial de la Salud (OMS); así como la de partículas PM 2.5 y 10 y la creación de una normativa que regule el grupo de hidrocarburos conocidos como Btex (benceno, tolueno, etilbenceno y xileno).

“Tiene que hacer la actualización de la norma de salud de dióxido de azufre porque no está actualizada y está en niveles muy altos, son parte de la agenda pendiente. Dióxido de azufre, benceno, hidrocarburos deben ser los temas que nos deben de preocupar para mejorar la calidad del aire”, indicó.

Recomendó ampliar la cobertura de monitoreo para determinar con mayor exactitud la cantidad de contaminantes a los que está expuesta la población, en especial a las partículas PM 2.5 las cuales son las más tóxicas debido a su composición, que se caracteriza principalmente por la presencia de sulfatos, nitratos, ácidos, metales y carbono negro. Al ser respiradas pueden llegar a los conductos más bajos de los pulmones.

Riojas recordó que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer de la OMS clasificó la contaminación del aire como un factor de riesgo para desarrollar cáncer por una exposición crónica a la polución del aire durante varios años.

Refirió, que según datos del organismo de las Naciones Unidas, en 2010 se produjeron 223 mil muertes por cáncer de pulmón en todo el mundo atribuibles al a contaminación, además de que se observó una asociación entre la exposición de contaminantes y el cáncer de vejiga.

El investigador del INSP explicó que algunos de los efectos a la salud del dióxido de azufre son la exacerbación del asma, de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, así como de padecimientos cardiovasculares.

Mientras que inhalar niveles altos de benceno, clasificado por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos como cancerígeno y altamente tóxico; ha dado puede producir somnolencia, mareo, aceleración del ritmo del corazón, dolor de cabeza, temblores, confusión y pérdida del conocimiento. Mientras que los hidrocarburos aromáticos pueden ocasionar cáncer de pulmón, de boca, nasofaringe y laringe.

Ante esta situación, el investigador del INSP propuso construir el sistema de vigilancia con unidades centinelas de salud en la ciudad para observar el comportamiento de la población ante la contaminación; así como evaluar los programas de gestión de calidad del aire con indicadores de salud.

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