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El Centro Mario Molina dio a conocer un paquete integral de medidas para solucionar el problema de la calidad del aire en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, que contempla seis líneas estratégicas prioritarias que tienen que ver, entre otras cosas, con el uso racional del automóvil, actualizar la normatividad en materia de verificación vehicular y garantizar su cumplimiento.

En el documento Soluciones de fondo para mejorar la calidad del aire del Valle de México, donde se afirma sobre el problema en cuestión que “es importante evitar la tentación de buscar soluciones únicas o mágicas, porque para este tema es claro que no existen”, se plantea acelerar el desarrollo de sistemas de transporte público de bajas emisiones, de calidad e integrado a escala metropolitana.

Se sugiere reducir de forma drástica las emisiones del transporte de carga, así como la disminución de contaminantes provenientes de la actividad industrial y distribución de combustible, al tiempo de prevenir y controlar incendios.

Es necesario, se resalta, contener la expansión de la mancha urbana para reducir la demanda de movilidad en la zona referida, donde existe una flota que excede los cinco millones de vehículos y cerca de 300 mil camiones y autobuses de placa federal.

Los números en cuestión, explican en buena medida el congestionamiento que se padece en la ciudad y que se ha agravado de manera persistente, con el incremento de la contaminación y afectaciones a la productividad de la región.

Al respecto, en el documento de 14 cuartillas, se resalta que paralelamente a desincentivar el uso de los automóviles y se promueve su sustitución por transporte público, “es importante impulsar el cambio hacia tecnologías de transporte más eficientes y de bajas emisiones”.

Expone para ese objetivo, medidas específicas para incentivar la penetración de tecnologías vehiculares de bajas emisiones y más eficientes en la Zona Metropolitana del Valle de México.

Una de esas medidas es incrementar los incentivos para la adquisición de vehículos eléctricos e híbridos. Otra es la implementación de un programa de cambio de convertidores catalíticos en primera instancia orientando a los automóviles dedicados al servicio.

Se sugiere implementar un programa para instalar trampas de partículas en autobuses que no cuenten con sistemas de control de emisiones, lo que hace mucho sentido dada la disponibilidad limitada de diesel de ultra bajo azufre.

Respecto a la verificación asegura que ésta “no está funcionando, ya que el sistema está rebasado por prácticas de corrupción inaceptables. Esto explica que se haya observado un aumento sustancial en el número de vehículos circulando diariamente, que en muchos casos, además, generan altos niveles de emisiones, ya que lograron acceder al holograma cero aprovechando prácticas de corrupción y fallas evidentes en los sistemas de verificación.

“Es menester incluso preguntarnos si no deberiìamos gradualmente migrar hacia un modelo en el que el ciudadano sea el responsable de garantizar el nivel de emisión de su vehículo a través de su mantenimiento continuo, y en el que a través sistemas remotos en calle, la autoridad pueda identificar a los vehículos fuera de normatividad, y sancionar o sacar de circulación a los que sean ostensiblemente contaminantes”.

Sobre el transporte de carga, se propone limitar la entrada a la ciudad de ese tipo de vehículos que vaya de paso, establecer horarios y rutas para su ingreso y circulación, implementar un esquema de incentivos para fortalecer el programa de chatarrización y evitar la importación de vehículos y refacciones usados que no cuenten con tecnología para reducir emisiones.

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