Toluca, Méx.— Damián Canales Mena llegó al gobierno del Estado de México en medio de una severa crisis de seguridad y violencia, marcada por la disputa del territorio entre al menos cuatro organizaciones criminales, una ola de ejecuciones y altos niveles de robos, asaltos en el transporte público y corrupción en las fuerzas policíacas.

A su llegada, el primero de abril del 2014, fue tajante: “Ofrezco dar resultados o me voy”. También anticipó una limpia y castigar con severidad a los policías “que apuñalen por la espalda a los ciudadanos”, en referencia a los actos de corrupción, extorsiones y otros ilícitos con que se ligaban a las corporaciones mexiquenses.

Canales Mena marcó distancia entre el resto de los integrantes del gabinete del gobernador Eruviel Ávila. Ofreció apertura a los medios, transparencia y al menos una conferencia mensual para responder dudas. Lo cumplió, respondía prácticamente todo.

Una de sus primeras acciones fue estructurar la llegada de cientos de elementos del Ejército Mexicano, de la Policía Federal, de la Secretaría de Marina y más tarde de la Gendarmería que arribaron al estado.

Organizó más de 45 Bases de Operación Mixta (BOMS) que distribuyó en puntos estratégicos. En sus 14 meses de trabajo Canales enfrentó diversos momentos álgidos. Linchamientos en Ecatepec y Acolman, así como de policías en el municipio boscoso de Atlautla. La lucha contra las organizaciones criminales le acompañó todo este tipo: principalmente contra La Familia Michoacana, Los Zetas Guerreros Unidos, a los cuales identificó como las principales organizaciones delictivas.

Google News

Noticias según tus intereses