Toda una novedad y un suceso para la calle de Independencia, del Centro Histórico. Así es, este corredor sigue dando de qué hablar y ahora lo hace con el posicionamiento de un centro gastronómico que lleva su nombre, el cual restauró un edificio que data de 1900, con una serie de emprendimientos dedicados a ofrecer grandes experiencias al paladar.
A unas semanas  de haber abierto  sus puertas,  la terraza de la antigua casona comienza a posicionarse como el rincón favorito de sus comensales, y no es para menos, pues también es un punto de encuentro para pasar unas horas en compañía de unos buenos tragos de chela, mezcal, vino o cocteles.

Visitamos Del Cardumen, donde los socios de este concepto no son chefs ni cocineros, pero sí un par de aficionados  de los mariscos que disfrutan compartir sus creaciones como el atún Hierri, hecho con jengibre y ajonjolí negro. A un lado se halla Luhulaa, que trae de las cocinas tradicionales de Oaxaca las famosas tlayudas, uno de los platillos consentidos de los visitantes. En este mismo pasillo, El Mayoral seduce con sus  papas al horno bañadas con carne de res, y  luego están las flautas de la Kahlo, que tiene rellenos como el picadillo y carne deshebrada o pollo.
Para aquellos que desean experimentar una cocina diferente, está Mishka, donde su propietaria rusa presenta platillos extraídos del recetario de la abuela y de su madre, como la famosa sopa borsch de betabel, ideal para aquellos de gusto saludable. Por supuesto que la oferta internacional no concluye aquí: también hay comida argentina en la Parrillita y española en Oli.

Pequeños pero sabrosos
Este concepto, que ahora es toda una realidad, comenzó como una idea de un colectivo compuesto por jóvenes empresarios, quienes ya tienen experiencia en la creación de espacios de este tipo, pues han participado en Mercado del Carmen, de San Ángel, y Casa Quimera, ubicada en la calle de Orizaba, en la Roma.

Su inquietud por renovar y revitalizar áreas urbanas los dirigió hasta el corazón de la ciudad de México para compartir al público el Mercado Independencia, que próximamente abrirá también un hotel boutique bajo el mismo nombre. Mientras tanto, se puede disfrutar de este espacio, el cual se descubre al subir unas escaleras muy al estilo de la arquitectura porfiriana.

En el primer piso hay un lugarcito para tomar una taza de té, o si se prefiere preparar en la comodidad del hogar, entonces hay que llevar alguno de los productos que se comercializan en la tienda de herbolaria. Las cafeterías no podían faltar, como el Café Independencia, donde uno de los socios principales es el socialité Max Villegas, quien no dudó en apostarle con todo.

Uri Boltvinik, operador y administrador del negocio, cuenta que desde hace un año surgió esta idea, una travesía que inició cuando se rentó la casona. Lo que siguió fue un proceso difícil,  porque se trataba de un edificio abandonado. No les quedó más que poner “manos a la obra” y sufrir una remodelación muy complicada. “No sé si nosotros encontramos la casa para hacer el mercado o la casa nos encontró a nosotros;” nos cuenta Boltvinik, “creo que fue la casa quien nos buscó y ahora la hemos transformado en un espacio para que la gente pueda venir a vivir una experiencia diferente a lo que se encuentra actualmente en este barrio,” concluyó. Nosotros, por nuestra parte, ya lo hicimos un favorito.

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