Posicionada como la segunda zona geográfica de España dedicada al cultivo de la vid, luego de Castilla-La Mancha, Extremadura trabaja con empeño en la proyección internacional de sus vinos, a partir de un concepto de calidad e identidad. Como parte de esta propuesta, surge la Asociación de Vinos Singulares de Extremadura (AVSE), que reúne inicialmente a cinco socios fundadores con el objetivo de cambiar la imagen de los vinos extremeños, con vocación por la innovación y mejora constante, pretendiendo dar a conocer y promocionar los vinos de calidad y prestigio que se elaboran en Extremadura, expresa Álvaro Banús Aleixandre, miembro de la agrupación y presidente de la Bodega Carabal en su reciente visita a México.

"Extremadura es conocida por su grandeza. Su naturaleza, cultura y gastronomía la convierten en una tierra maravillosa y de enorme belleza, pero también es la 2ª extensión de viñedo en España. Históricamente dedicada a la producción de graneles y alcoholes, en las últimas décadas ha conseguido una notable mejora en técnicas de elaboración y manejo con el mejor resultado, una producción de vinos de gran calidad. Por lo que, en la actualidad, cuenta con bodegas modernas que elaboran vinos competitivos y de gran calidad", advierte el manifiesto de la AVSE.

Como parte de esa "competencia con identidad", Banús Aleixandre presentó en nuestro país Rasgo, Cavea y Gulae, vinos que son manifiesto de lo que él mismo define como el reto para recuperar la actividad vitivinícola que se había llevado a cabo en la finca de Alía, en la provincia de Cáceres, hace ya varios años, a partir de un proyecto moderno e innovador para elaborar vinos de alta calidad bajo unas condiciones extremas.

"Hablamos de una tierra de temperaturas extremas, suelo pobre y bajos niveles de nutrientes, con ausencia de calcio y un pH extremadamente ácido. El clima es muy seco, con veranos muy calurosos, inviernos fríos y bajas precipitaciones. El calor llega a alcanzar hasta los 45 grados. Con tales condiciones, cualquiera podría esperar vinos duros, sin embargo son frescos. Los altos niveles de acidez se traducen en frescura, siendo un rasgo distintivo en nuestros vinos", expresa.

Resalta que el proyecto de la bodega se basa en la producción, en la propia finca, desde la cepa hasta la botella, de un vino extremeño de alta calidad: "nace con la misma vocación que el resto de las actividades desarrolladas en la finca, bajo un punto de vista de viabilidad técnica, económica, ecológica, y el permanente uso del 'sentido común'".

"Somos una bodega moderna que trabaja con uvas propias, buscando siempre garantizar la calidad del producto desde su origen. En 2006 tuvimos formalmente nuestra primera añada y en 2009 comenzamos a comercializar. Buscamos desarrollar un perfil moderno, en el que la madera no sea la protagonista. Nuestra propuesta es la de un vino diferente, con calidad y que denote la personalidad de la tierra", explica.

SIEMPRE EN EXPERIMENTACIÓN

Con una producción de 500 mil botellas, Carabal se abrió al mercado internacional en 2011, teniendo en Asia su área principal de ventas. "En realidad no se trata de encasillarnos en un solo país. Avanzamos poco a poco, tomando además en cuenta la gran competencia que existe actualmente. A veces tengo que atravesar varios continentes para estar uno o dos días en una ciudad y concretar alguna negociación. Y luego de vuelta a España, porque no hay tiempo para más; así es el movimiento actual. Estamos en 14 países. En algunos con Estados Unidos hemos ido con mucha calma: primero Texas y California y próximamente Massachusetts y Nueva York".

Precisa que entre 2003 y 2006 se plantaron 55 hectáreas de viña, con diferentes variedades, clones, porta injertos, marcos de plantación y sistemas de conducción, dando por resultado un campo de experimentación repartidos entre 35 parcelas diferenciadas. A su vez, el viñedo está dividido en tres zonas, cada una destinada a elaborar un vino diferente. Las variedades de vid son Syrah, Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Graciano, Petit Verdot y otras variedades experimentales. Se han incluido variedades de ciclo largo, buscando maduraciones largas y completas gracias a un manejo especial de la vegetación y del agua.

"Rasgo es un vino fácil de beber, frutal y divertido. Tiene una crianza de 3 a 5 meses en barricas de roble francés y ensamblado con las variedades Tempranillo y Syrah. En este vino tanto la etiqueta como su nombre representan los 'rasgos' de la tierra y la belleza natural de Extremadura.

"Cávea es fresco, potente y elegante. Es un ensamble de las variedades Syrah, Cabernet Sauvignon, Tempranillo y Graciano, con crianza de 10 a 12 meses en barricas de roble francés. Su imagen simboliza la cultura extremeña. La etiqueta está inspirada en el plano del anfiteatro romano de Mérida. Su nombre proviene del latín, que significa graderío.

"Gulae es un vino experimental, de producción limitada; complejo y sofisticado, con un ensamble de Malbec y Petit Verdot. Tiene una crianza de 15 a 18 meses en barricas de roble francés y solo se elabora en los mejores años de cosecha. Su imagen representa la gastronomía extremeña. La etiqueta está inspirada en el jamón ibérico DO Dehesa de Extremadura. Su nombre mismo simboliza la gastronomía regional", precisa Banús Aleixandre.

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