¿Qué es el espacio fiscal? Podemos decir que es la cantidad de dinero que un nuevo gobierno podría tener disponible para gastar, además de lo que ya se gasta en educación, salud, seguridad, intereses de la deuda, pensiones y, en fin, además de todo el gasto que ya está comprometido. Por supuesto, una posible reducción de impuestos también requiere espacio. Esto es, ¿cuál es el monto que puede gastar o sacrificar en ingresos para prometer algo en las campañas? ¿En qué, o en cuánto, podrá ser diferente a la administración anterior?

La esperanza es que, al inyectar más dinero, ya sea por deuda o por menos impuestos, la economía crecerá y habrá más ingresos. Sin embargo, nuestra historia es implacable: hemos pasado de excesos de gasto y endeudamiento a dolorosos ajustes y crisis. Así, se pasa de un sexenio o dos de expansión —en caso de que el espacio no se hubiera agotado— a otro de austeridad para resolver el desorden y la inestabilidad causada.

Con Echeverría y López Portillo, la expansión del gasto y el fuerte endeudamiento terminaron en devaluación, inflación y caída de los salarios reales. Uno creyendo que las consecuencias del déficit no lo alcanzarían y el segundo pensando que el petróleo lo salvaría. El ajuste que hubiera requerido Echeverría se pospuso por la producción petrolera y por la disposición de la banca internacional para prestar más dinero. Pero el presidente De la Madrid tuvo que vivir, sin opción, el ajuste necesario. Sin ningún espacio fiscal, el ajuste llevó a un promedio de cero de crecimiento durante el sexenio. La pobreza y la desigualdad se incrementaron notoriamente.

Luego Salinas. Con la deuda interna “licuada” por la inflación previa, y el cambio de deuda externa por deuda garantizada con bonos de cupón cero del Tesoro de EU, se resolvió la deuda y se creó cierto espacio fiscal. Apoyado en el ingreso, no recurrente, de la venta de la banca y de las empresas públicas hubo más gasto. Pero de nuevo, el tipo de cambio semifijo, y un fuerte endeudamiento para mantener las reservas, llevó a la crisis de 1994. Error, no de diciembre, sino de 1992, 1993 y 1994. El ajuste en turno le tocó a Zedillo, ayudado por Clinton. La justicia social debía volver a esperar y la sociedad despertó a otra devaluación, a más inflación y a más pobreza.

Francisco Gil continuó, como Zedillo, estabilizando la economía. Con disciplina en el gasto, incrementó la recaudación y redujo la deuda como proporción del PIB. Ante la ausencia de crédito bancario y la disciplina fiscal, se creó un importante espacio fiscal.

Pero vienen de nuevo dos sexenios de expansión de gasto. A partir de 2008 y 2009 el gasto se vuelve a incrementar, con déficits primarios no vistos desde 1980. La deuda pasará de 28% en 2006 hasta 50 % del PIB a fines del 2018, casi se duplica. Su causa, una depreciación de más de 50% en los últimos 6 años y una inflación que borró casi el 10%, en 2017, de los ingresos de quien consume la canasta básica. Las calificadoras pusieron a México en perspectiva negativa y no se redujo ni la pobreza ni la desigualdad.

¿Qué sigue para 2018-2024? ¿Es de nuevo un sexenio de ajuste? El espacio fiscal que se había creado durante el sexenio de Fox se consumió, y además hubo un endeudamiento más allá de lo que nuestra economía puede manejar de manera sustentable. Esto es, se llegó prácticamente al límite posible de deuda.

Esto plantea un límite de endeudamiento para la nueva política económica y/o para reducir impuestos. Lo que implica que el espacio fiscal que se quiera tener deberá encontrarse en la reingeniería del gasto y en una reforma fiscal que incremente los ingresos. Las propuestas de incrementar el gasto sin más deuda, o sin incrementar ingresos, son absolutamente ingenuas.

¿La nueva extracción del petróleo podrá crear algún espacio fiscal? No en el corto plazo. El espacio fiscal, hoy, no existe.

Director del CEESP.
@foncerrada

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