Hace 41 años se reconoció constitucionalmente a los partidos políticos como la vía primigenia de las y los ciudadanos para acceder a los poderes públicos. De entonces a la fecha, muchas reformas electorales se han concretado y mucho ha cambiado la fisonomía política de México.

Pero aún hoy, más allá del evidente distanciamiento de muchos sectores de la sociedad respecto de los asuntos públicos, lo cual representa un problema global de las democracias y de los bajos niveles de confianza que en la actualidad registran los partidos políticos, en el mundo y en México, aún hoy es imposible siquiera imaginar una democracia sin partidos.

Donde no hay partidos políticos como entidades aglutinadoras del consenso de las y los ciudadanos, simple y sencillamente no hay democracia. Seamos claros: el pluralismo político es la base de cualquier sistema democrático, vigoriza el debate público y contribuye a que la ciudadanía tenga mayores opciones entre las cuales ejercer sus derechos políticos, tanto el derecho a militar a través de una organización política, como para ejercer su derecho al sufragio. Por ello los partidos políticos son, al mismo tiempo, una expresión del derecho de asociación de las y los ciudadanos (condición que los caracteriza como espacios para la agregación de demandas y consensos), y la principal herramienta para que la ciudadanía participe en la toma de las decisiones públicas.

Justo por ese doble carácter que detentan las organizaciones partidistas, es que he sostenido que una democracia siempre debe tener abiertas las puertas del sistema de partidos para el surgimiento de nuevas fuerzas políticas, y en consecuencia las puertas de salida también lo deben estar cuando ya no exista el respaldo ciudadano a algún partido.

Por ello es trascendente que el pasado 19 de diciembre, el INE haya aprobado la hoja de ruta que clarifica los procedimientos que deberán realizar las organizaciones de ciudadanos que pretendan competir en el futuro por los poderes públicos a través del sistema de partido. Entre las obligaciones que deben tener presente para ello, destacan las siguientes:

1) El plazo para notificar por escrito al INE el interés de conformar un partido político va del 7 al 31 de enero del 2019.

2) Se deberán celebrar al menos 20 asambleas estatales, con la participación de 3,000 ciudadanos en cada una de ellas; o bien 200 asambleas distritales con la participación de al menos 300 personas con credencial para votar, en cada una.

3) Necesitarán acreditar la manifestación individual de afiliación de al menos 233 mil 945 ciudadanas y ciudadanos (0.26% del Padrón Electoral, con corte al 1º de julio de 2018)

4) Para aquellas afiliaciones que se realicen al margen de las asambleas, se deberá utilizar la app diseñada por el INE para tal efecto, y en los casos de los 238 municipios con problemas de conectividad y que han sido catalogados por el INEGI como de alta marginación, las manifestaciones se podrán recopilar en papel, y

5) Todas las organizaciones interesadas en conformar un partido político nacional deberán transparentar sus gastos mensuales y el INE fiscalizará cada peso.

En el mismo sentido hay que insistir que el incremento de partidos no supone un aumento del financiamiento público destinado por la Constitución a fortalecer el pluralismo. Lo digo de otra manera, más partidos no significa más dinero, sino más actores entre los cuales se distribuye la misma cantidad de dinero, determinada mediante la fórmula constitucional.

Si reconocemos que ninguna sociedad moderna en el mundo es uniforme ni monolítica y que por el contrario todas son complejas y diversas, las contribuciones de los partidos políticos a la convivencia en estas sociedades, saltan a la vista. Dicho de otra manera, no hay ninguna sociedad moderna que no sea plural y justo por eso el sistema de partidos es inherente a toda forma de gobierno democrática en las sociedades de nuestro tiempo.

Una sociedad democrática debe estar abierta a tener múltiples formas para expresarse y de ofrecer opciones de participación política para mayorías y minorías. El reconocimiento a ese pluralismo ha sido la base sobre la que se construyó la democracia mexicana y sobre la que tenemos que seguir recreando el futuro político del país.

Consejero presidente del Instituto Nacional Electoral

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