Hace unos días, Televisa trasmitió un reportaje sobre gastos que realicé antes de pedir licencia como Senadora de la República para contender por la Alcaldía de Álvaro Obregón, en la Ciudad de México. Las facturas seleccionadas para la nota formaban parte de un conjunto mucho mayor que mi oficina entregó a autoridades del Senado como respuesta a una solicitud de la Unidad de Enlace para la Transparencia y el Acceso a la Información Pública..

El reportaje afirmó que las facturas se habían pagado con recursos que los senadores recibimos como apoyo legislativo. Esto es falso, las facturas del reportaje fueron pagadas con mi sueldo, después de pagar impuestos. Por otro lado, el reportaje afirmaba que los gastos habían sido avalados y reembolsados por la Cámara de Senadores. Esto también es falso. De haber investigado los procedimientos del Senado, habrían notado que éste no otorga reembolsos sin la emisión de un oficio previo.

Después de varias décadas de trabajo político, entiendo el contexto electoral del reportaje. Entiendo también la furia que desencadenó la nota entre una población harta de la ausencia de transparencia en las instituciones públicas. Sin embargo, lamento que este ejercicio periodístico haya prescindido de la incorporación oportuna de voces de senadores para proveer contexto, incluyendo mi voz. Lamento también la omisión de una postura oficial por parte de los responsables de la administración de la Cámara. Quizá lo más triste es que la confección sensacionalista de la nota, escrita y difundida por mujeres, dejó de lado la perspectiva de género para abonar a algunos de los estereotipos más lamentables de nuestra conversación pública.

El reportaje acabó sin atender los temas de fondo y, al prescindir de un análisis legal mínimo, presentó conclusiones inexactas o, peor, falsas.

Reitero lo que he dicho: en todo momento mis gastos se apegaron al espíritu y la letra de las reglas que estableció la Cámara de Senadores en materia de sueldos y apoyos para la labor legislativa. Por ello, ayer solicité a la Auditoría Superior de la Federación que confirme que mis gastos estuvieron en apego a la ley. No tengo nada que ocultar. Jamás he tomado un peso del erario público para fines personales. No lo hice ahora, no lo he hecho nunca.

El gasto del Congreso de la Unión, y de la Cámara de Senadores en particular, es excesivo y opaco. Introducir mayor racionalidad y austeridad en el gasto público es una de las propuestas centrales de Andrés Manuel López Obrador, de Claudia Sheinbaum y de todos los que les apoyamos. Es tiempo de acabar con la discrecionalidad y el gasto sin rendición de cuentas ni resultados.

Con espíritu autocrítico, reconozco que yo, junto con mis compañeros y compañeras del Senado fuimos, lamentablemente, parte del problema. Adoptamos y seguimos las reglas actuales que reflejan, aún, una vieja forma de ejercer los recursos y que no conducen ni a la claridad, ni a la eficiencia. A pesar de los esfuerzos que algunos de nosotros realizamos, estamos lejos del ejercicio racional que exigen y merecen los ciudadanos. Podemos hacer mejor las cosas.

Mi compromiso es luchar para cambiar las reglas del juego, junto con mis compañeros de proyecto de cambio, a quienes agradezco su confianza y respaldo a mi trayectoria. Existen expertos en el tema que nos pueden ayudar a instalar las mejores prácticas en transparencia y rendición de cuentas.

Si los vecinos de Álvaro Obregón me reafirman su confianza, haremos la tarea colectiva de convertirnos en un ejemplo para todo el país. Se necesita la mirada de ciudadanos para que los funcionarios no perdamos la vista, ni la cabeza.

Senadora de la República con licencia.
Candidata a la Alcaldía de Álvaro Obregón

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