Desastres no naturales. A menos que nos vayamos con la superstición que los identifica como castigo divino al gobierno estadunidense, los estragos de Harvey e Irma —y los que pueda acarrear José— no pueden cargarse directamente a la abultada cuenta de trastornos que acumula el paso por el planeta del destructivo huracán Trump. Pero los costos en vidas humanas y en devastación de viviendas, infraestructura urbana, campos agrícolas y factorías de varios países antillanos, especialmente los más pobres, así como de algunos estados de la Unión Americana, significativamente las ciudades de Houston y Miami, sí constituyen un llamado más a la Casa Blanca a la cordura.

Las desgracias de los últimos 15 días llaman a cuestionar la complicidad de aquel régimen con las grandes corporaciones contaminantes que invierten millones en campañas políticas, cabildeo parlamentario, subsidios a enclaves académicos y publicidad en los medios para lograr lo que ya ocurre en Estados Unidos: un discurso oficial que insiste en desafiar el consenso de la comunidad científica mundial sobre el origen humano del cambio climático y de sus manifestaciones catastróficas, como las padecidas por millones de seres humanos sólo en las semanas más recientes.

Esta relación y no sólo la ignorancia de su presidente es la que ha conducido al desmantelamiento de las instituciones ambientalistas de Estados Unidos y a su deserción del Acuerdo de París, a través del cual se busca al menos contener en parte la emisión de gases de efecto invernadero. Este país es el segundo mayor emisor planetario de estos gases, que son los que provocan, entre otras calamidades, el calentamiento de los océanos y el surgimiento de la actual cadena de fenómenos climáticos diferentes a los del pasado. De allí la resistencia del mundo científico a seguir llamando ‘desastres naturales’ a estas catástrofes originadas en los patrones de producción y consumo en las economías dominantes de las últimas décadas.


Sociedad de riesgo. Tres científicos mexicanos de reconocimiento internacional han rechazado aquella vieja formulación que parecía culpar a la naturaleza de su propia destrucción. Lo hacen en un libro clave puesto en circulación la semana pasada, El cambio climático: causas, efectos y soluciones (FCE, ‘La ciencia para todos’, número 241). Los autores son nuestro premio Nobel Mario Molina, nuestro premio Tyler, considerado el Nobel de la Ecología, José Sarukhán, y nuestra académica de excelencia y comprometida ambientalista Julia Carabias.

Los desastres atribuibles al hombre ocurren lo mismo en los sistemas del capitalismo real o del socialismo real: poco tienen que ver con las idealizaciones de sus panegiristas y beneficiarios. Hay que recordar que la Unión Soviética terminó de colapsarse a raíz del desastre nuclear (nada natural) de Chernobyl. Éste dio lugar al concepto de ‘sociedad de riesgo’ acuñado por el sociólogo alemán Ulritch Beck en un libro con ese título, editado en español por Paidós. Crisis ecológica global y desinformación deliberada de las poblaciones son algunos rasgos que de acuerdo con Beck caracterizan nuestro riesgoso mundo.


Sacudimientos mexicanos. Originados en el constante reajuste geológico de la Tierra, los sismos no pueden atribuirse a la depredación humana, pero sus efectos comparten con los del cambio climático, causado por el hombre, la frecuencia con la que afectan de manera más aguda a las poblaciones vulnerables, que en cada desastre se vuelven todavía más vulnerables. Así ocurre ahora tras los sacudimientos de Chiapas, Oaxaca y Tabasco .

Al dolor de casi un centenar de pérdidas de vidas, la mayor parte en Oaxaca, se unen hoy las exigencias de auxilio y reconstrucción. La caída de Juchitán constituye un reto mayor por la destrucción de las edificaciones históricas de esta ciudad zapoteca fundada antes de la llegada de los españoles, y por el carácter demandante, el arraigo a las culturas regionales y el sensible tejido político y social de sus pobladores.

Director general del Fondo de Cultura Económica

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses