“…agua, aire, tierra y fuego nos han acompañado siempre, y en el paso de los siglos nos hemos servido —y defendido— de ellos tratando de vivir mejor, creyendo que esos elementos de la naturaleza eran indestructibles… Hoy, cuando estamos viendo el deterioro de nuestro planeta, hemos caído en cuenta de los abusos que hemos cometido contra la naturaleza. No hemos hecho buen uso de los elementos que teníamos a nuestra disposición. El agua es el mejor ejemplo de ello”, afirma Eduardo del Río, el querido Rius, en su libro ¡Aguas con el agua!, disponible dentro de la biblioteca digital del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua.

Rius, que vivió en Cuernavaca y pasó sus últimos días en Tepoztlán, Morelos, estaría alarmado ante el reconocimiento expreso del Director General de Protección Civil de Morelos y del Coordinador del Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca, formulado apenas el mes de marzo del año en curso, cuando confirmaron que al menos 4 pozos de agua potable están contaminados por el derrame de hidrocarburos, derivado de filtraciones que se producen por el creciente robo de gasolina.

A Cuernavaca llega la gasolina que consumimos a través de ductos que atraviesan la ciudad de norte a sur, los cuales son intervenidos por delincuentes —huachicoleros— que de forma torpe pierden el control en la extracción y derraman el fluido que infiltra la tierra. Tan sólo en 3 meses del año son 23 las tomas clandestinas descubiertas, no por la pericia de las autoridades, sino por la denuncia de los ciudadanos que perciben el hecho cuando el derrame afecta también la zona donde habitan.

El acontecimiento no es menor: a la fecha son 4 los pozos de agua potable declarados inservibles, lo que afecta la vida de más de 50 mil personas que carecen del vital líquido en sus casas, a las que se ha prohibido consumir el agua que les llega por la red con fuerte olor a combustible, y lo peor es que no se ve para cuándo pueda solucionarse esta problemática, pues el coordinador del Sistema de Agua de Cuernavaca, Jaime Tapia Rodríguez, reconoció que “lamentablemente será un proceso largo y caro. El SAPAC no tiene los recursos ni la capacidad de subsanar, primero, el problema al 100% con la contaminación, y, en segundo, de darle el agua a la gente afectada”

A esto deben agregarse dos cosas: primero que el robo de combustible, a pesar de ser un delito grave, sigue proliferando ante la negligencia o complicidad de las autoridades del municipio, del Estado y de la federación; el año 2017 fueron 240 las tomas clandestinas y en 2018 llevamos 23 reconocidas por protección civil. La impunidad y la corrupción apestan en el caso de las tomas clandestinas en Cuernavaca. ¿Cuántos miles de litros se han robado en este período? ¿A dónde va a parar ese combustible? ¿Quiénes nos están robando la tranquilidad social y conculcando el derecho humano al acceso al agua potable en la capital de Morelos?

Segundo, la crisis por la falta de agua potable será más severa en esta época de estiaje que acaba de iniciar, no sólo por la falta de suministro de 4 de los pozos contaminados, sino porque el municipio de Cuernavaca simplemente no paga el suministro de la energía eléctrica que usa en los pozos. La CFE ha cortado la luz a cinco pozos debido a que persiste un adeudo por 76 millones 800 mil pesos: la administración municipal que está por terminar no pagó la luz.

A todo esto hay que añadir que el sistema operador de agua del municipio de Cuernavaca está sumido en una terrible crisis financiera.

Vicepresidente de la Cámara de Diputados

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