La bruma que durante días apareció en diferentes ciudades de la República Mexicana y por supuesto en la Ciudad de México, ocultó a la mismísima secretaria de Medio Ambiente federal, Josefina González-Blanco Ortiz-Mena, quien categóricamente fue la única que brilló, pero por su ausencia; misma que al ser cuestionada, prácticamente evadía el dar una respuesta sobre las condiciones medio ambientales, totalmente desfavorables, para los habitantes de la capital del país y de los estados de México, Hidalgo, Puebla, Morelos, Querétaro y Tlaxcala.

Y es que es común que, muchos de los integrantes del gabinete actual le den la vuelta a declarar sobre diversos temas de su competencia.

¿Y por qué hacerlo si para eso está el Presidente de México?

Funcionarios como la titular de Semarnat parecen no entender que el evadir su responsabilidad solo obliga a que el jefe del Ejecutivo federal, en sus mañaneras, aborde los temas con la deficiente información que su gabinete le genera y peor aún, con la abstracción de funcionarios que observan al presidente Andrés Manuel López Obrador ya no sólo como su empleador, ahora pareciera que todo lo que implique el trabajo complejo hay que cargárselo a él.

El desgaste generado hacia el jefe del Ejecutivo no sólo es físico por las largas jornadas que evidentemente tiene que cubrir, el desgaste político ante sus adversarios se agudiza cuando funcionarios de alto nivel como la secretaria de Medio Ambiente, a la hora de ser cuestionada, se muestra malhumorada y poco dispuesta a atender a los medios informativos, hasta que, de forma inevitable, tuvo que hablar del tema ante la insistencia de representantes de diferentes medios de comunicación.

Es comprensible su malhumor, ya que eso mismo sintieron millones de ciudadanos seguramente provocado por los altos índices de contaminación.

Es hora de que cada servidor público de primer nivel aligere la chamba a quien hoy ha depositado su confianza en ellos y les da la oportunidad de demostrar que son eficientes en el cargo público que les han conferido.

De refilón

Parece que estamos próximos a conocer a empresarios vinculados con los casos más representativos de corrupción como la “Estafa Maestra” y “Odebrecht”, no sólo se habrá de evidenciar la conducta inapropiada y hasta delictiva de algunos funcionarios de la administración anterior; seguro es que también quedarán al descubierto empresarios sin escrúpulos, quienes bajo el cobijo de una relación de intereses económicos o políticos, han amasado grandes fortunas.

Empresarios que mediante argucias legales y cooptación de voluntades continúan obteniendo del erario importantes sumas de dinero. Ojalá y su dinero ahora no seduzca ni corrompa a las instituciones encargadas de la procuración de justicia o peor aún del sistema judicial mexicano.

Hoy como nunca, los servidores públicos deben acreditar su lealtad y estricta defensa de los intereses de las instituciones que representan.

Hoy y siempre la lealtad institucional debe acreditarse cuidando a las instituciones en el entendido de que, al hacerlo así, se actúa a favor y en beneficio de México.

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