En el cumplimiento de los primeros diez años de la caída del cuarto banco de inversión de los Estados Unidos, Lehman Brothers, una pregunta reiterada por analistas de todo el mundo es la relativa al aprendizaje global de tan amarga experiencia, a partir de la evidencia de una recuperación poco robusta, especialmente apreciable en la calidad del empleo y de las remuneraciones al trabajo; asimétrica, en la distribución del ingreso entre factores y socialmente insatisfactoria, por la notable multiplicación de la desigualdad que le acompaña.

El telón de fondo del periodo lo constituyen: la amenaza cumplida del cambio climático; la emergencia de intolerancias diversas ante la migración, las religiones, las preferencias sexuales y los colores de la piel; el nuevo crepúsculo de la democracia en espacios que la tenían como emblema, y la invocación a la partera de la historia, la violencia (o la amenaza de su uso) en latitudes de muy alto riesgo.

La dolida humanidad ya experimentó, durante los años treinta del siglo pasado, la inquietante relación de causalidad entre el surgimiento de la Gran Depresión, iniciada con el crack financiero en octubre de 1929, la aparición de nacionalismos diversos (económicos y a secas) y el estallido de la 2a. Guerra Mundial (a casi diez años del jueves negro : 29/X/1929), el 1º. de septiembre de 1939. No es un dato menor el relativo a la duración, hasta nuestros días, del debate sobre las causas de aquella debacle global.

En fecha muy reciente, la Gran Recesión y la accidentada e incompleta recuperación han sido el centro de nuevos debates, por ejemplo, entre quienes sostienen la teoría del estancamiento secular (Larry Summers, que presidió el Consejo Económico del presidente Obama) y quienes juzgan a dicha teoría como una cortina de humo con la que se ocultan las malas decisiones de política económica (Joseph Stiglitz). Es un asunto de enorme relevancia y, en absoluto, novedoso; ya desde la obra clásica sobre 1929, John Galbraith colocó, como la primera causa que metamorfoseó al crack en Gran Depresión, a la inequitativa distribución de ingreso factorial en los Estados Unidos. Si la demanda efectiva no crece, o no se gestiona su crecimiento, en momentos de crisis, la fase depresiva del ciclo económico se prolongará; los salarios tienen esa importancia estratégica porque en su totalidad se destinan al consumo, lo que no sucede con la misma porción del ingreso nacional puesta en las manos de capitalistas o rentistas.

En el centro del debate, la cuestión fundamental es la relativa a la insuficiencia de la política monetaria para enfrentar la crisis, mediante la reducción de la tasa de interés real y el relajamiento de la oferta monetaria, y sobre la necesidad de una activa política fiscal, distributiva del ingreso, bajo la lógica que invierte la Ley de Say: L a demanda crea su propia oferta.

¿Qué relevancia tienen, para el México de hoy, el cumpleaños de la crisis, el resurgimiento de nacionalismos y otras taras y, especialmente, el debate sobre la política económica? Muchísima, si se asume que se trata de una sociedad más desigual que pobre, en la que la mitigación de la pobreza puede convivir con el fortalecimiento de la desigualdad, que se ha diagnosticado como nuestro mayor problema moral (Weintraub dixit), justo en momentos en que la moral se incorpora a la políticas públicas.

El debate sobre la política económica necesaria no es, solamente, un asunto académico. La anunciada renuncia a proponer una reforma fiscal (aunque ya se prevé una menor recaudación) y, en su caso, restringirla a la simplificación sin verificación general de lo declarado, despoja de sentido al término impuestos, para regresarlo a la gelatinosa condición de contribuciones que, en todo el planteamiento, parecen volverse voluntarias y significa la pérdida de una gran oportunidad de atacar simultáneamente desigualdad y pobreza. La reestrenada austeridad republicana no le llegará a todos. No a los más ricos; llama la atención que el FMI se ofrezca a prestar asesoría fiscal al nuevo gobierno, por lo ridículo de nuestra base tributaria, ¿esto es parte de la crisis de las ideologías?

Profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM, México).

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