Hace casi 20 días Margarita Zavala renunció a su aspiración presidencial, ganada a pulso con el respaldo de casi un millón de mexicanas y mexicanos, porque no quiso ser parte de un proceso altamente polarizado, donde los candidatos independientes tenían muy poca oportunidad de difundir sus propuestas ante la evidente desproporción de recursos frente a los partidos políticos.

Desde su arranque y hasta el momento del retiro, me mantuve junto a ella porque soy una mujer que cree en la lealtad como principio humano y en la congruencia como un principio de la política.

Sin bien el nombre de Margarita seguirá apareciendo en la boleta, hoy resulta inviable. Sin Margarita en la competencia, es hora de decidir por quién votar en la elección presidencial.

Definir mi voto de manera pública es el camino más difícil, pero lo hago porque pienso que mi postura puede ayudar a otros ciudadanos que lamentan haber perdido la oportunidad de elegir a una mujer como LA PRIMER Presidenta de nuestro país.

Tampoco es fácil en medio de la crispación electoral. El discurso de la violencia y en miedo han creado una atmósfera enrarecida que no parece dejar espacio para el voto libre, informado y consciente. Hoy, las encuestas son parte de esa pugna y de fabricaciones mediáticas a la medida de quien las paga. No creo en las encuestas y mucho menos he percibido que esta elección esté ya definida ni que sea una contienda de dos. En mi caminar por México y por mi Oaxaca, he percibido una gran indecisión, porque los pueblos indígenas, las familias, las mujeres y los jóvenes no se sienten representados por los candidatos presidenciales.

Esta decisión es personal, independiente y libre: No votaré por la Coalición que encabeza Ricardo Anaya ni tampoco por la que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

Estoy convencida que la postura vacilante asumida por López Obrador sobre temas relevantes para el desarrollo nacional, no contribuye ni da certidumbre respecto al futuro de nuestro país.

Como mujer panista, he sido crítica de muchas decisiones de mi partido. Por eso, me duele decir que tampoco votaré por Ricardo Anaya. Más allá de la manera en la que se apropió de la candidatura del PAN, y luego, de sus contradictorias alianzas con otros partidos para construir la coalición por México al Frente, tampoco confío que Ricardo sea la mejor opción para la Presidencia de nuestro país. Su elocuencia como orador es innegable, pero lamento su alejamiento de los principios y de los valores de nuestro partido. Las contradicciones de fondo y de forma en la Plataforma Electoral del Frente hacen inviable su proyecto de Nación.

Estoy preparada para enfrentar lo que sigue.

La decisión que he tomado sólo para resolver esta coyuntura es votar por un ciudadano al que conozco y respeto. Mi voto únicamente en la elección presidencial será por José Antonio Meade. Tengo claro que elegiremos un Presidente para los siguientes seis años y el ciudadano Meade desde mi reflexión, es el mejor preparado de todos y el que reúne la mayor experiencia como servidor público. Los propios candidatos en contienda han reconocido en diversos momentos de su trayectoria la solidez de su trabajo y la honradez con la que se ha desempeñado.

Votaré por él, no por su partido, porque pienso que es tiempo de darle certidumbre y estabilidad al país. Y con mi voto, exijo también el compromiso del ciudadano José Antonio Meade con una nueva agenda para el desarrollo integral de nuestros pueblos y comunidades indígenas.

Más allá de la elección, sigo firme en mi lucha y no claudico en mis valores. Creo en los ideales panistas y, sobre todo, mantengo mi lealtad con Margarita Zavala. He sido, soy y seguiré siendo su aliada en las batallas por venir.

Ex presidenta del Congreso de Oaxaca y ex diputada federal del PAN

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