Somos adversarios por tener una sensibilidad diferente sobre el rezago social y ambiental, que se traduce en propuestas de programas distintos, pero no somos enemigos.

La mayoría somos mexicanos interesados en construir un mejor país y la democracia consiste en exponer abiertamente las ideas, debatirlas, sustentarlas y esperar el voto popular para que un proyecto y un equipo sean electos para realizarlos.

Y aunque parte de los candidatos a diputados locales, diputados federales, senadores, presidentes municipales, gobernadores y presidente de la República entienden y aplican las prácticas democráticas, otro grupo, en todos los partidos, presenta al ciudadano como opción, elegir no la mejor propuesta, sino la menos mala, no a los mejores candidatos, sino a los menos peores. Así, en vez de proponer ideas y formas de llevarlas a la práctica, se dedican a golpear, espiar, insultar, calumniar y tratar de descalificar al adversario, sin reparar que golpean a todo el sistema democrático.

Lo que no tienen en mente es que pasada la elección, de cualquier forma, van a tener que gobernar con los demás. Los mismos a los que hoy insultan, estarán frente a ellos en la toma de decisiones futuras.

Así, cualquier miembro del Poder Ejecutivo federal, estatal o municipal, tendrá que negociar con los mismísimos diputados y senadores que descalificó y atacó durante la campaña política. Tendrá que pedirles su colaboración, su interés y su compromiso con las iniciativas presentadas.

Cuando los ataques al opositor se dan en un marco de límites obvios, basta la “operación cicatriz”, como le llaman, para aliviar los enfrentamientos y lograr el trabajo en equipo. El equipo México.

Pero cuando los ataques rebasan los límites de la ley, de la ética, de la verdad, es mucho más difícil transitar juntos en el futuro y mucho más difícil lograr esquemas de gobiernos de coalición.

En algún lugar leí que las ofensas eran como clavos en un cubo de madera. Se afirmaba que el perdón puede sacar los clavos, pero, que los agujeros quedan para siempre.

Entonces, es de inteligencia y de prudencia política usar en campaña argumentos y ataques para hacer posible un ejercicio que, no por ser competitivo, concluya con la aniquilación del contrario.

México está construyendo desde hace décadas, con esfuerzo y con muchos recursos, sus instituciones democráticas. A todos, en general, pero a quienes poseen mayor poder corresponde honrar al país en esta contienda que está por empezar el próximo viernes 30 de marzo, llenando las instituciones y el país de demócratas.

México necesita demócratas y estos se muestran más en el conflicto que en la zona de confort. Demócratas que sepan ganar o conservar el poder en contiendas transparentes, honestas y legales.

La democracia es algo que cuesta trabajo construir en cada persona hasta volverla cultura. Cuesta igual esfuerzo o más crear cultura que instituciones.

El cambio cultural vive en la mente y la práctica de la mayoría de los ciudadanos. La suma de demócratas crea una cultura democrática. México tiene el alma para lograrlo.

Presidente ejecutivo de Fundación Azteca.
@EMoctezumaB
emoctezuma@tvazteca.com.mx

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