El plazo se les venció y fueron desalojados de los albergues temporales, ahora casi 2 mil haitianos comenzaron a construir su pequeña Haití en los suburbios de esta ciudad; viven hacinados en cuarterías, pequeñas villas o iglesias, pero no piensan moverse, al menos en los próximos cuatro años (mientras se va Trump, dicen); han impuesto moda en peinados, en comida y dicen que no extrañan su país.

Entre junio y diciembre de 2016 cerca de 20 mil haitianos llegaron a la frontera de Baja California, estaban de paso, su meta era acogerse al programa humanitario de Protección Temporal de Estados Unidos; huyeron de su país por el terremoto que lo devastó en 2010 y a los estragos que dejó el huracán Matthew en 2016.

Sin embargo, ante el endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos a finales del gobierno de Barack Obama y que continuaron con el actual presidente, Donald Trump, más de 4 mil extranjeros quedaron varados en esta entidad.

Algunos han conseguido empleo temporal en trabajos de la construcción, mantenimiento, son dependientes en establecimientos, se emplearon como personal de limpieza en hoteles, obreros de maquiladoras, cocineros en pequeñas fondas, incluso se les puede ver en los cruceros limpiando vidrios y entregando publicidad; sus sueldos, cuando bien les va, rasan los mil 200 pesos a la semana.

No quieren quedarse en México. Su idioma oficial es el francés, algunos saben poco de español y de inglés; pese a su circunstancia ya resolvieron no regresar a Haití, están esperanzados en quedarse en Baja California por lo menos los cuatro años de gobierno de Donald Trump, para luego buscar una nueva oportunidad de ingresar a Estados Unidos.

El cañón del Alacrán, la Little Haití

EL UNIVERSAL realizó un recorrido por El Cañón del Alacrán, un lugar en medio de dos cerros, donde apenas se puede permanecer poco tiempo, porque se respiran fétidos olores provocados por desagües de drenaje y rancherías con crías de cerdos, ahí está la iglesia Embajadores de Jesús, donde desde hace un año, permanecen albergados decenas de haitianos.

A pesar de que este sector ubicado en la colonia Divina Providencia de la Delegación Playas de Tijuana, está señalado por la Unidad Municipal de Protección Civil como zona de alto riesgo, los migrantes caribeños comenzaron a construir con madera y láminas de cartón, su propia villa, le llaman la Little Haití.

Para llegar a esa paupérrima zona sin agua ni energía eléctrica se tiene que “bajar la rampa” —como se conoce entre los tijuanenses—, se trata de una pendiente empinada con varias curvas más peligrosa que la carretera de La Rumorosa, porque sólo hay un carril de ida y otro de vuelta, y por un costado corre un canal de aguas negras.

Al pie de la cuesta se toma un camino de más de tres kilómetros de terreno pedregoso con arena suelta que hace imposible el tránsito para algunos vehículos. Ese recorrido lo tienen que hacer caminando por lo menos dos veces al día los haitianos que trabajan. Separados por género; adultos y menores duermen en colchonetas en el piso.

Se organizan

Alcius Guy llegó a la ciudad de Tijuana el 17 de diciembre pasado, es uno de los haitianos que no tuvo oportunidad de conseguir refugio en Estados Unidos, hoy en día es colaborador de la iglesia Embajadores de Jesús, consiguió un permiso de visitante del Instituto Nacional de Migración (INM); por razones humanitarias según dice el documento que se le vence el 19 de abril de 2018.

“Con este permiso que da el gobierno se puede estar legal en el país, pero no se puede trabajar, muchas empresas exigen la CURP para poder emplearnos, parece que el gobierno está haciendo el favor, pero no lo quiere hacer completo”, fustigó.

Además, “las empresas abusan, no nos dejan trabajar de manera formal y nos pagan menos que a los mexicanos. Estoy trabajando con un grupo de abogados como intérprete y me han enseñado sobre leyes migratorias y la situación que tenemos es grave”.

Dijo que están pensando en hacer una organización de migrantes haitianos en Tijuana con el propósito de unirse y saber en qué circunstancia se encuentran, de esta manera podrán ayudarse unos a otros.

El sacerdote Felipe Fernández, encargado del  Desayunador Saleciano Padre Chava, informó que sólo se está asistiendo a 35 haitianos, pero en el flujo migratorio que sucedió meses atrás, se atendieron a 6 mil 500 personas; “algunos se quedaron en Tijuana, regularizaron su estatus migratorio y muchos tienen una tarjeta de refugio  que les permite trabajar”.

 Nacerán mexicanos 47 haitianos

El delegado federal del INM, Rodulfo Figueroa Pacheco, dijo que de las 713 mujeres que se encuentran en Baja California, 47 llegaron o están embarazadas y ya nacieron 15 bebés mexicanos. Comentó que al menos tres hombres regularizaron su situación por vínculo familiar, al dar a luz sus mujeres y nacer sus hijos mexicanos.

“El gobierno federal le ha dado el tratamiento a estas personas que nosotros quisiéramos le dieran a nuestros  paisanos mexicanos en otros países, la idea es predicar con el ejemplo y darle a la población que se quedó varada en México la posibilidad de regularizar su situación migratoria”.

Imponen modas

Se puede observar que a pesar de la pobreza en que viven, todos tienen celular y redes sociales con las que se comunican con sus familiares, algunos en su país o Estados Unidos.

Lejos de cambiar sus hábitos, algunos negocios de comida han adaptado sus menús y han provocado el “boom de los platillos haitianos”. Ellos pueden comer a diario lo mismo: arroz con frijol entero negro, el cual se baña con un consomé con cilantro y ajo, lo acompañan con pollo frito crujiente, marinado con algunas especias y plátano macho guisado. Son muy vastos para servir y sólo cuesta 40 pesos.

Entre sus platillos también se encuentra el tradicional caldo haitiano elaborado con cocido de res,  papa, plátano macho, zanahoria, ajo, cebolla y espinaca; frijoles caldosos sazonados con ajo y algo de chile y el consomé de sardina, todo acompañado con arroz y pollo frito.

Sus peinados llaman la atención. Algunas mujeres cobran hasta 500 pesos por llenar la cabeza de trenzados. Proceso que llevan a cabo en pareja y puede tardar de una a tres horas.

Los haitianos se definen respetuosos dentro y fuera de su comunidad, no fuman ni toman bebidas alcohólicas; tienen fuertes valores, son celosos y la infidelidad está fuera de su estilo de vida. Pocos han establecido vínculos amorosos con mexicanas.

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