Jaime N., el torturador de gatos de 23 años que fue denunciado por su amigo como responsable de la muerte de tres gatos pequeños, presenta rasgos de psicopatía, desprecio por la vida y un posible perfil de delincuente violento, de acuerdo con especialistas consultados por EL UNIVERSAL.

En días pasados, se dio a conocer la historia de Francisco Martínez, un joven de Saltillo que decidió documentar y denunciar la tortura sistemática a la que su amigo Jaime N. sometió a pequeños felinos que le eran entregados en adopción. De acuerdo con el expediente 06348/2016, de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Coahuila (PGJE), existen pruebas de que Jaime, además de asesinar tres gatos, torturó a otros siete y hay indicios de que pudo haberlo hecho con más durante varios años.

Francisco cuenta que Jaime tiene problemas de ira y episodios violentos. Dice que presumía que le gustaba el sufrimiento ajeno y que le excitaba el maltrato. Narra que se decidió a documentar la tortura cuando éste le confesó que había una chica que le gustaba y que quería hacerle “cosas” en la misma lavandería donde lastimaba a los gatos. Él sabía que además de torturar animales, Jaime acostumbraba acosar a mujeres. Fue entonces cuando levantó la denuncia.

De acuerdo con Martín Barrón, profesor investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe) la crueldad animal está identificada como un factor para el desarrollo de diversas conductas violentas, por lo que puede considerarse como una señal de alerta en las relaciones sociales, lo anterior dado su valor predictivo respecto a otras manifestaciones de violencia.

Barrón, experto en criminología y seguridad pública, quien participó en la elaboración del perfil criminal de Juana Barraza, la Mataviejitas, agrega que la literatura especializada identifica siete grandes fases en el perfil delictivo: las cuales van incluyen la fantasía de lastimar a otra persona, el proceso de selección y seducción de la víctima, la materialización del homicidio y el posterior desencanto por no cumplirse totalmente la fantasía. De acuerdo con esta categorización Jaime N. podría encontrarse en la primera de estas etapas, conocida como fase áurea.

“La fase áurea es pensar, imaginar o soñar cómo matar a una persona, esto podría entrar en lo que él dice que ahora le gustaría; una cosa es el maltrato animal y otra ya es dar el brinco a cometer el delito con una persona” explica Barrón. Para el investigador, la sistematización en la selección de las víctimas, gatos pequeños de color blanco o negro, en un principio, y ahora mujeres jóvenes, indican una intencionalidad y no un desahogo de ira; no obstante, es necesario realizar una valoración integral para conocer la historia de vida de esta persona, identificar cuál fue el detonante de su conducta y por qué quiere dar el salto de animales hacía personas, específicamente mujeres, pues todas estas variantes son necesarias para construir un perfil criminal.

Para la doctora Feggy Ostrosky, especialista en neuropsicología de la violencia, el maltrato o crueldad hacía los animales es uno de los rasgos presentes en personas de mucha violencia, por lo que pueden entenderse como síntomas de una psicopatía. Junto con la fascinación por el fuego y un control tardío de esfínteres, el maltrato animal es identificado por Ostrosky como una característica de personas con una falta de respeto a la vida, así como de “pocos controles en el cerebro. En el cerebro las áreas que producen las emociones no son las mismas que las regulan, por lo que están a merced de sus impulsos más básicos, entonces, eso sí está correlacionado con personalidades muy violentas”, explica.

Por la gravedad del caso, la Procuraduría del Medio Ambiente de Coahuila, entidad encargada de la protección animal, ha apoyado con asesoría técnica en la demanda de Francisco contra Jaime. En entrevista con EL UNIVERSAL, el procurador ambiental, Emilio Darwich Garza aseguró que éste es un caso de maltrato animal que podría resultar nocivo para la sociedad, por lo que, de acreditarse la comisión de los delitos por parte del Ministerio Público, el Juez penal podría dictar la pena máxima que es de ocho años.

En diciembre pasado, se registró el primer caso de un hombre sentenciado por delitos que atentan contra la vida de los animales en Piedras Negras, Coahuila. El acusado fue condenado a tres años y cinco meses de prisión por decapitar a un perro con un machete, de acuerdo con lo dado a conocer por la Procuraduría de Protección al Ambiente de ese estado.

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