El Auditorio del Bienestar, la obra insigne del ex gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, es más grande que el Auditorio Nacional en la Ciudad de México; tiene mayor aforo que el Auditorio Telmex, en Guadalajara; es más amplio que el Auditorio Banamex, en Monterrey; y es idéntico, pero más caro, que el Auditorio de la Gente, en Nayarit. Sin embargo, carece de funcionalidad, representa un riesgo de seguridad y permanece cerrado, pese a que fue inaugurado en septiembre pasado.

El edificio de cinco niveles, construido en Cancún, fue planeada como una estructura híbrida o mixta, que pretende fungir como un auditorio multifuncional. Posee forma de herradura, en una superficie de 9 mil metros cuadrados, y tiene capacidad para albergar a 11 mil 202 personas; fue edificado sobre un área de 31 mil 663 metros cuadrados en una plataforma de terracería, con una cubierta de acero y columnas de concreto, a una altura de 35 metros.

El área denominada como “sótano” se pensó como espacio para lienzo charro con corrales e infraestructura completa. El primer nivel cuenta con ocho locales comerciales, área administrativa, dos terrazas, servicios sanitarios y gradas para 2 mil 844 personas.

El segundo nivel estaba proyectado para cuatro locales comerciales, servicios sanitarios, gradas para 688 personas y palcos para 150. El tercer nivel es el área de refrescos y hieleras; se proyecta un local comercial, servicios sanitarios y gradas para 2 mil 956 asistentes. El cuarto nivel posee 856 gradas.

La obra se nutrió —en 2014— con recursos federales etiquetados como subsidios, con cargo a los Proyectos de Desarrollo Regional correspondientes al Ramo 23 y participaciones estatales provenientes del Fondo de Aportaciones para el Fortalecimiento de las Entidades Federativas (FAFEF), del Ramo 33.

Los 244 millones 759 mil pesos que costó desarrollar el recinto de espectáculos, actividades deportivas, culturales e incluso charrería bajaron a través de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan), a cargo del entonces titular Juan Pablo Guillermo, y fue ejecutado por la Secretaría de Infraestructura y Transporte (Sintra), encabezada por Fernando Escamilla.

El diseño arquitectónico del proyecto estuvo a cargo de la empresa FDL Compañía Constructora SA de CV, integrada por arquitectos e ingenieros de Nayarit, quienes elaboraron una réplica exacta del “Auditorio de la Gente”, localizado en aquella entidad.

Los planos, la memoria estructural y el análisis de costos fueron entregados en 2014 por el entonces gobernador nayarita, Roberto Sandoval, a Borge Angulo, quien dio prioridad a la construcción del recinto de diversión y esparcimiento, por encima de la edificación del hospital general, que sustituirá al sanatorio Jesús Kumate, centro médico rebasado en su capacidad de atención e instalaciones.

De acuerdo con el contrato firmado el 10 de agosto de 2014 con FDL Compañía Constructora, el plazo de los trabajos abarcaba del 2 de septiembre de ese año al 30 de marzo de 2015; sin embargo, las obras se extendieron más allá de esos 210 días.

Comparado con el aforo de 10 mil personas del Auditorio Nacional; con las 11 mil 500 locaciones del Auditorio Telmex, de Guadalajara, y con los 8 mil 500 del Auditorio Banamex, en Monterrey, el Auditorio del Bienestar tiene mayor capacidad, con espacio para más de 11 mil asistentes, pero costó más que el de Nayarit.

Los trabajos se desarrollaron del 11 de agosto de 2014 al 31 de marzo de 2015, tiempo récord al tomar en cuenta que el hospital general que sustituirá al actual inmueble tiene más de cuatro años en construcción y aún no se sabe cuánto tardarán en concluirlo.

Primeras fallas

El 14 de septiembre de este año el recinto fue inaugurado por Borge Angulo y el ex alcalde de Cancún, Paul Carrillo, con apenas una decena de funcionarios y personalidades más, en un acto protocolario que no rebasó los 20 minutos.

Si bien el entonces titular de Sintra, Fernando Escamilla, aseguró que el inmueble contaba con todos los permisos, una de las primeras observaciones que realizó la Auditoría Superior de la Federación (ASF) fue la carencia de la licencia de construcción, que compete a la Secretaría de Desarrollo Urbano del ayuntamiento.

El dictamen de la ASF indica que “no se acreditó contar con las licencias y permisos de la obra”, a lo que Sintra respondió por escrito “que no se tramitó la licencia de construcción por ser una obra municipal y que el gobierno del estado, por conducto de Sintra, construye para el propio municipio de Benito Juárez”.

La dependencia observó que tampoco se tramitó la autorización de impacto ambiental, a lo que Sintra respondió por escrito que “sí la tenía” e incluso con el cambio de uso de suelo en terrenos forestales, expedidas por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), desde 2012, debido a que se ingresó una misma solicitud para tres predios: el CEDAR, el CRIT y lo que sería el Auditorio del Bienestar.

Peligroso y disfuncional

El secretario de la Gestión Pública de Quintana Roo, Rafael del Pozo, explicó que aunque estructuralmente el edificio está bien cimentado, representa un riesgo para los asistentes:

“Aparentemente el recinto se puede llenar y permanece estable; no está en peligro su integridad, según los ingenieros; no se va a caer; sin embargo, se construyó con ‘las patas’.

“El auditorio no debe usarse por un tema de seguridad; las gradas no cumplen con las distancias mínimas de espacio; las escaleras y las propias gradas tienen un grado de inclinación inadecuado que las hace riesgosas”.

El edificio carece de vestidores y regaderas y no hay dónde guardar las 3 mil butacas que pueden moverse para ampliar el espacio, por lo que quedan al intemperie; tampoco hay posibilidad de instalar aires acondicionados, porque el diseño del inmueble no lo permite, por ejemplo. Además, al no estar techado de la parte de atrás, la dirección del viento provocará que la lluvia moje a los asistentes, entre otras carencias.

“Por la inclinación natural, si llueve, el agua va a entrar. Para cualquier evento que hagas, cultural, deportivo, el que quieras... si hay lluvia, lo tienes que cancelar.

“Tenemos un problema de protección civil muy importante, porque no hay hidrantes; en el caso de un incendio no hay dónde conectarse, porque los cancelaron. No hay salidas, sólo una entrada y salida de un coche a la vez”, dijo Del Pozo Dergal, quien agregó que para corregir lo que está mal y hacerlo funcional, se requeriría otros 100 millones de pesos.

Otro detalle —no menor— es la temperatura, que alcanza los 40 grados centígrados dentro del recinto; no obstante, al llenarse con 12 mil personas, llega a casi los 50 grados en la parte superior del edificio.

El secretario de Infraestructura y Transporte del estado, Jorge Portilla Manica, informó que buscarán climatizar el sitio y también solucionar el tema de las gradas que, por su diseño, constituyen un peligro para la gente. Reveló que hay empresas que se han acercado para sugerir que se rente o, incluso, que se venda.

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