Santa María Tlahuitoltepec Mixe

Aquí la música fluye por todos los rincones, como la niebla que cae desde el atardecer o como la cotidiana llovizna que baña la sierra mixe; mientras la noche se arrulla al ritmo de bandas de viento. A poco más 120 kilómetros de la capital, Oaxaca, las mujeres ya tomaron la batuta: tanto en los cargos públicos, que son obligatorios, como en la música.

Es el caso de las Mujeres del viento florido, una de las dos agrupaciones femeniles, de las 15 bandas que tiene Tlahuitoltepec, en su mayoría cobijadas por el ayuntamiento. Para ellas las tardes de fin de semana son de ensayos, bajo el frío y la lluvia otoñal. Se calientan con café, con música y con la convivencia.

Las casas ubicadas en las laderas son el refugio para los niños, jóvenes o adultos que por pasatiempo o por distracción manipulan un instrumento de metal.

Las madres y las hijas toman el trombón, el sax, la trompeta, la tarola o el clarinete. Ellas ensayan en un reducido e improvisado espacio. En siete años de existencia ya han recorrido diversas ciudades del país y varios municipios del estado.

Futuro incierto

De acuerdo con la profesora Leticia Gallardo Martínez, aunque es una práctica ancestral, desde los años 40 se detonó el auge musical en la región con la aparición de bandas; sin embargo, fue en la década de los 80 cuando se comenzó a permitir la participación de las mujeres en la actividad.

En 2006 se formó la primera agrupación musical femenil denominada Santa Cecilia, que se dividió en 2009; fue entonces que la retomó la maestra Leticia, egresada del Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe (Cecam), para iniciar con las Mujeres del viento florido.

A siete años, han tocado en la Ciudad de México, Tlaxcala, Jalisco y Yucatán; dominan a plenitud los instrumentos de viento, pero no ha sido fácil, dice. No cuentan con un apoyo institucional, no hay un espacio adecuado para ensayar, es difícil costear un instrumento y, peor aún, quienes egresan de alguna institución musical no tienen más opciones para seguir creciendo profesionalmente.

En su banda han pasado unas 100 mujeres y la base la forman actualmente 35, en su mayoría de la etnia Mixe y algunas de regiones como la Mixteca y los Valles Centrales.

Ella combina su labor de docente indígena en el municipio vecino de San Pedro y San Pablo Ayutla con la instrucción musical.

“Afortunadamente en esta comunidad las mujeres ya han abierto los espacios, en los inicios costó mucho; el que vean a una muchacha tocando una tuba o una trompeta ya no es extraño, pero en otras comunidades dudan a veces de nuestras capacidades”, narra.

Ganas y más ganas

Los sábados y los domingos por la tarde se reúnen en la casa de la profesora, a unos metros del Palacio Municipal; todas llegan abrigadas, por el frío temprano y las lloviznas. Yolanda Gómez tiene que cargar con su sobrina, a la que cuida, además de su fliscorno; la pequeña se solaza con la música.

Las instrucciones de la directora de la banda son prácticamente en lengua Mixe, al igual que la rigurosa vestimenta.

Tras la afinación, vienen las primeras piezas, alegres. Cumbias como “Pequeña ilusión” y “El trino del jilguero” inundan las paredes y recorren las escarpadas calles de la comunidad, que en 2010 vivió una tragedia a causa del desgajamiento de un cerro, por las intensas lluvias, y que sepultó varias casas, sin víctimas. Una foránea es Ema Verónica Bautista, de Santa Ana del Valle, en los Valles Centrales, quien cursa el tercer año en Cecam.

A ella le gustaría continuar con su preparación profesional, quizá en la Escuela Nacional de Música o en la naciente licenciatura en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad de Oaxaca. La más chiquilla, Estrella, tiene 11 años y va en primero de secundaria, porta con maestría su trompeta, y acompasa.

Tequio musical

De acuerdo con el regidor de Educación del ayuntamiento de Tlahuitoltepec, Rafael Cardoso Reme, en el municipio y en sus agencias existen al menos 15 bandas de música. En la cabecera municipal dos de ellas son integradas exclusivamente por mujeres.

Desde 2010 se crearon los “Domingos musicales”. Cada 15 días se invita a participar a una banda tradicional para dar un concierto en la explanada municipal; en el caso de los grupos que provienen de alguna localidad, se les cubre el pasaje y la alimentación.

El domingo 20 de noviembre será la audición final, en la que participarán unos 400 músicos y músicas, entre ellas las floridas mujeres.

La participación es estrictamente a manera de tequio, es decir, trabajo comunitario sin remuneración. “Es una forma de promover el tequio en una cuestión cultural, es una manera que se pueden desarrollar las actividades, porque cuando es pagado el servicio tiene otra función, con pocos recursos se pueden hacer las cosas”, explica.

Escuela sin apoyo

Tlahuitoltepec es sede del único bachillerato musical en la región y en el estado: el Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe fue fundado hace 39 años, pero desde hace más de una década no tiene apoyo presupuestal por parte del gobierno oaxaqueño.

Según explica el director del plantel, Mauro Delgado Jiménez, fue en el periodo de 1985-86 en el que las mujeres comenzaron a interesarse por la instrucción musical.

Su número ha ido creciendo y en el actual ciclo escolar, de una matrícula de 318 alumnos, al menos 90 son mujeres, provenientes de distintas localidades de la región Sierra Juárez, además de otras zonas.

Muchas egresadas se han integrado a bandas de otras entidades y de la capital del país, como es el caso de Concepción Hernández, quien forma parte de la Orquesta Sinfónica del Politécnico Nacional.

Sin embargo, desde 2005 prevalecen las carencias financieras, puesto que desde esa fecha el gobierno del estado no ha aportado 40% de los recursos que le corresponde, puesto que 60% lo aporta la Federación. “Quieren músicos, pero no dan dineros”, dice el director, que pese a ello continúa con los planes de formación de más y mejores filarmónicos.

Mujeres sin ayuda

Pero si el Cecam no tiene apoyo presupuestal, mucho menos las Mujeres del viento florido.

El espacio en el que ensayan es improvisado; no hay promoción de su música y de su labor. La única institución que les apoyó hace dos años fue la Secretaría de Asuntos Indígenas estatal, con el también Mixe Adelfo Regino Montes como titular, en la grabación de un disco compacto. “Las autoridades deberían impulsar escuelas donde puedan profesionalizarse, muchas no pueden salir fuera de la comunidad por falta de recursos; la música tradicional es parte fundamental de los pueblos pero no hay apoyo, a nadie le interesa.

“A fuerzas quieren ver ese documento que estuviste tres o cuatro años en la escuela, para poder aspirar a una licenciatura o maestría; nuestra música debería tener un auténtico reconocimiento”, dice la profesora Leticia.

“En nuestra comunidad ya avanzamos en la música pero en otros ámbitos no se ha podido; en otros lugares hay mujeres que ni siquiera han podido iniciar este proceso. Nosotras estamos avanzado un paso, aunque falta mucho que hacer, pero seguramente otras podrán avanzar más, a pesar de las difíciles condiciones para desarrollarnos y al doble o triple rol que muchas desempeñamos”, termina.

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