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San Pablo del Monte.— De la mano de Verónica Calvario se sujeta su hijo de cuatro años, un menor que cuenta la forma en que murió su hermano de un año y dos meses de edad, en Los Pequeños Bodoques, una estancia infantil subrogada por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), en marzo pasado. “Mi hermanito se ahogó con un juguete ‘tojo’, estaba acostado”, dice.

—¿Tenía el juguete en la boca?

—Sí.

—¿Y quién le sacó el juguete?

—Mi maestra.

Verónica, madre soltera, considera una injusticia lo sucedido con su hijo en la estancia infantil a donde lo llevaba en calidad de particular; pagaba 300 pesos mensuales. La directora, Araceli Romano Romero, prometió que lo ingresaría al programa de Estancias infantiles para madres trabajadoras, pero mientras debía pagar por usar una estancia auspiciada por la Sedesol.

Romano Romero, en una carta dirigida a la Sedesol México deslindó a la Sedesol, delegación Tlaxcala, argumentando que el niño no estaba inscrito en el programa de beneficio social.

El texto fue elaborado por exigencia de la entonces coordinadora del programa en Tlaxcala, Tomasa Maricela Flores Rosas.

Luego de que EL UNIVERSAL publicó las irregularidades detectadas en una investigación interna de la Sedesol Tlaxcala en las estancias infantiles La Casita Feliz, Convención y Los Pequeños Bodoques, Sedesol México respondió así al caso:

“Al no estar inscrito en el programa al momento del fallecimiento, no existió responsabilidad de la delegación. Asimismo, se cuenta con el dictamen médico legal y forense de la necropsia practicada con número 702/2016”, expuso.

Verónica considera que es una injusticia porque su bebé comenzó a morir en ese lugar donde la Sedesol entrega dinero para el cuidado de los niños, comenta que no denunció el caso porque ella y su familia pensaron que iban a desenterrar al bebé y no querían que pasara eso. “Nuestro bebé no sufría ningún daño, estaba sano”.

A su vez, la directora de la estancia prometió que ayudaría a Verónica con terapias psicológicas para superar el trance, pero luego del velorio se deslindó de todo.

El calvario de Diego. Diego, todos los días era llevado a la estancia de 8:30 a 16:00 horas, mientras su madre trabajaba en un taller de costura. El jueves 17 de marzo, alrededor de las 14:00 horas, según el relato de Araceli Romano Romero, directora de la estancia ubicada en el barrio Tlaltepango, San Pablo del Monte, el pequeño empezó a toser, por lo que lo levantó, pero ya estaba inconsciente, y se le veía como una bola de saliva con vómito, por lo que le dio palmadas en la espalda para que sacara lo que tenía en la boca. Luego le hicieron compresiones en el pecho y dieron ventilación mientras pedía el auxilio de la Cruz Roja.

En el texto, dirigido a la encargada de la Sedesol Tlaxcala, la directora relató que la Cruz Roja no tenía ambulancias disponibles y sugirió que recurrieran a seguridad pública, quien prestó sus servicios para llevar al menor al centro de salud.

A ese lugar llegó Verónica Calvario, alrededor de las 16:00 horas porque antes no la habían localizado por teléfono, cuenta la directora.

Los médicos le dijeron que Diego necesitaba tratamiento especializado, pero no había ambulancias. La del municipio estaba descompuesta, Cruz Roja no contestaba y al final contrataron una ambulancia particular y se llevaron al menor al Hospital General de Tlaxcala, a unos 40 kilómetros de distancia.

“Yo sé que le duele, le voy a ser sincero, su bebé ya viene muy grave, ahorita vamos a hacer todo lo posible”, le dijeron los médicos del hospital a Verónica.

Enseguida le hicieron un corte en el cuello y le colocaron un tubo para normalizar su corazón. Horas después el médico volvió a hablar con la madre de familia. “Ya hicimos todo lo posible y entonces usted me dice, lo desconectamos o que quede así”.

Verónica decidió que el niño siguiera luchando por su vida, pero falleció al otro día.

Personal del Servicio Médico le practicó la autopsia y diagnosticaron muerte por choque séptico secundario a gastroenteritis infecciosa. La directora pagó el féretro y alquiló sillas y la lona para velar el cuerpo.

La Casita Feliz. Sedesol también informó sobre la denuncia contra la estancia infantil “Convención” del municipio de Cuaupiaxtla, donde un padre de familia denunció que su hijo continuaba en las listas, a pesar de su ausencia desde semanas antes, con lo que la estancia cobraba los 900 pesos que enviaba la Sedesol por cada niño inscrito en el programa oficial.

Otros casos similares ocurrieron en la estancia la Casita Feliz, cuyas madres de familia enviaron cartas a Sedesol para el deslinde de responsabilidades.

Sobre la estancia Convención, respondió que se recibió queja del beneficiario el 19 de febrero de 2016 y actualmente está en suspensión indefinida desde el 25 de febrero. El área jurídica está en el proceso de elaboración de la resolución para baja definitiva.

Por lo que corresponde a los niños Cristian Díaz Gómez y Dulce Paola Hinojosa Serrano, de la Casita Feliz, informó que “no se encontraron irregularidades, los niños causaron baja en febrero de 2016 y hasta ese momento se le pagó a la estancia”.

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