Aracely Moroyoqui Contreras fue una de las profesoras consignadas por la Procuraduría General de la República (PGR). Ha interpuesto varias demandas de amparo contra órdenes de detención. Su abogado Gabriel Alvarado Serrano, representante legal del Movimiento Manos Unidas por Nuestros Niños, los ha promovido.

“Aquel 5 de junio fue un día que me marcó la vida; siempre pienso que podría haber hecho esto o lo otro, este dolor persiste, no ha sido fácil ver a los padres que continúan acusándome; insisten en que yo no debo recibir ningún tipo de tratamiento sicológico o médico por parte del IMSS; impidieron que continuara trabajando, y lucharon para que no me empleara en ninguna parte”, denuncia.

“Yo pediría más comprensión para las maestras, que aquel día vivimos cosas inauditas, y no tenemos los recursos para estar pagando amparos. Fuimos las malas del cuento.

“No recibimos ningún apoyo a pesar de que las maestras pensábamos que todo México y Sonora se iban a solidarizar con nosotras; nunca nos preguntaron cómo estás, qué ocurrió, vivimos discriminación cuando en el IMSS nos decían : ‘sino estás quemada estás bien’. ¿Cómo vamos a estar bien si convivíamos con los menores, con nuestros niños en la Guardería ABC hasta nueve horas al día?”, continúa.

Hoy Aracely labora como secretaria en una preparatoria “gracias al apoyo de una mamá que me ayudó al comprender que yo también soy madre de tres hijos y necesito trabajar. Sólo decíamos que éramos maestras de la Guardería ABC y se nos cerraban las puertas. Necesito apoyar a mi hijo de 14 años que aún es pequeño”, asegura quien hoy tiene fibrosis pulmonar por el humo que inhaló al intentar sacar a los niños del Maternal A.

“El salón estaba cerrado, se atascó la puerta y lo único que pude hacer fue pedir auxilio por una ventana y bañar a todos los niños con agua de los garrafones mientras el plafón y la lona de plástico del techo se derretía. Al momento de subirme a un mueble para pedir ayuda me caí, me lastimé el hombro: yo conocía perfectamente la guardería”, asegura.

Después del incendio hubo un día en que los padres la sacaron del IMSS y la llevaron al estacionamiento: la querían golpearla a ella y a otras maestras, narra a EL UNIVERSAL. “Entiendo que los padres que perdieron a sus hijos nos culparan, yo quizá hubiera hecho lo mismo, hoy las cosas cambiaron y recibimos medicamentos, en mi caso pastillas para dormir.

“La gente juzga sin saber lo que estamos pasando y que jamás vamos a olvidar el incendio, así pasen muchos años. He querido huir, pero no puedo: en Hermosillo está la vida de mis hijos y sería para mi muy difícil dejarlo todo”, admite quien nunca más volvió a pasar por la puerta de la guardería a pesar de que está a 10 cuadras de su casa. “Es fácil decir, ‘yo hubiera hecho esto o lo otro’; pero es distinto haberlo vivido. La amenaza de ir a la cárcel ha sido en mi caso una constante, es alarmante y mi hijo lo sabe.

“Qué fácil es que la gente diga, que mi familia diga: ‘ya supéralo... ya pasó’, jamás en mi vida voy a superarlo. He pasado por facetas muy difíciles con mi familia, con mi matrimonio, frente a la sociedad que nos marcó y nos declaró culpables, porque según ellos, nosotros no sacamos a los niños. Lo que yo viví en la guardería es… yo hubiera querido sacar a todos los niños pero era una cosa… era imposible… mucha gente cree, las personas creen que los que sacaron a los niños fueron las personas que estaban afuera, y ¡No! los que sacaron a los niños fueron las maestras; la indignación que se siente es que nadie nos preguntó qué habíamos hecho como maestras. Yo hubiera querido sacar a todos los niños…

“No hemos dado entrevistas porque a veces no podemos hablar”, dice Aracely mientras explica que además de la depresión, angustia, pastillas para dormir, ha tenido que asistir al médico porque el hombro le duele.

“Queremos hacer una vida normal, pero no podemos. En el momento del accidente éramos como 12 maestras, algunas que ya habían salido regresaron a ayudar. Entre nosotras han habido divorcios, problemas de pareja… y así pasen 20 años o 15 …..”, Aracely no alcanza a terminar la frase, se quiebra durante la entrevista, se conmueve, no quiere recordar ni continuar.

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