Han pasado siete años del incendio de la Guardería ABC donde murieron 49 menores y más de 100 resultaron con heridas internas y externas, y el inmueble de la calle Mecánicos y Ferrocarrileros, en la colonia Y Griega, ubicado a un costado de un bodegón de la Secretaría de Hacienda del Gobierno del Estado, donde inició el incendio alrededor de las 14:40 horas del 5 de junio de 2009, está convertido en ruinas.

En una visita nocturna que realizó EL UNIVERSAL se observó que el lugar, a pesar de que tiene sellos de resguardo por parte de la PGR, luce en penumbras y abandono.

En la entrada de la bodega aún se encuentra el cooler que al inicio fue la principal línea de investigación por corto circuito.

Las calles están oscuras y no tiene vigilancia, sólo los patrullajes que hace la corporación municipal. “Todo sigue igual, están los mismos negocios, la llantera a un costado de la guardería y la gasolinera contra esquina, nada ha cambiado excepto el edificio en ruinas”, comentó un vecino.

En la calle Ferrocarrileros hay tres unidades pesadas con los neumáticos ponchados. “Sirven de tapadera para que los malvivientes levanten la malla ciclónica y entren a hacer quien sabe qué cosa”, denunciaron.

Sólo cuando se acerca un aniversario más de la tragedia, los padres afectados limpian la parte de enfrente y con muchos trabajos, “porque entonces sí viene la policía, mientras tanto las personas que vivimos aquí estamos en constante peligro”, señalaron.

Bodega adaptada de guardería. De acuerdo al dictamen emitido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), publicado en el Diario Oficial de la Federación el 18 de noviembre de 2010, señala que la guardería se trataba de una bodega adaptada que formaba parte de una nave industrial dividida en tres. La estancia infantil ocupaba la sección poniente, mientras que la central y la oriente conformaban una unidad conocida como Bodega Glosa, arrendada por la Secretaría de Hacienda de Sonora para uso de la Dirección General de Recaudación.

En la estancia había cuatro detectores de humo sonoros que no estaban conectados a un tablero con indicadores luminosos, así como cuatro extinguidores. Había señales que dirigían el flujo de evacuación hacia tres salidas de emergencia, de las cuales dos estaban bloqueadas con muebles de oficina y una se encontraba en el almacén. Para llegar a esta última era necesario atravesar la cocina.

Había una tercera puerta en el patio de juegos, sin señalización.

Mientras los niños dormían la siesta, alrededor de las dos de la tarde, se inició en la bodega un incendio. En el lugar se almacenaban cajas con cinco toneladas de documentos, tres vehículos y placas vehiculares.

El inmueble era un bodegón dividido: a los dos metros de altura compartía el mismo techo de plafón que se derritió con el calor y cayó sobre sus cuerpecitos.

Un joven y su padre aceleraban su troca y choba la pared para abrir un boquete. Otras con marro en mano intentaban en forma infructuosa hacer hoyos en la pared. Padres, maestras y héroes anónimos retaron al fuego y entraron a rescatar algunos niños.

Era víspera de elecciones; ese día había un debate entre los candidatos a gobernador y fue suspendido. Se paralizó Hermosillo.

El cielo se nubló por tres días y se podía observar a las personas llorando en la calle.

Turistas se desvían de la carretera internacional para tomarse una “selfie.

En la gasolinera hay un área de descanso para traileros. Ellos cuentan que por las noches escuchan risas, llantos y gritos de niños jugando. Los vecinos del lugar también cuentan historias. “Fueron muertes violentas, una tragedia, un dolor que no se va”, comentaron al recordar que hace tres años se activó sola la alarma contra incendios y el día de la tragedia no funcionó.

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