A punto de cumplir 28 años de edad, Javier Domínguez Reyes sufrió su primer infarto. Casado y con un hijo pequeño, pensó que moriría cuando sintió un profundo dolor en el pecho, además de que no podía respirar. “Fue como si más de 100 kilos me oprimieran”, recuerda tres meses después de aquella pesadilla.

El diagnóstico era desalentador. Médicos veracruzanos le practicaron, 12 días después del infarto, un procedimiento cardiovascular que no se había realizado en el mundo en esa etapa tardía, en la que lograron “aspirar” los trombos que tapaban las arterias de su corazón con un equipo denominado Angiojet.

“Este descubrimiento abre una ventana importante para tratar tardíamente a pacientes infartados con circulación colateral y trombos”, afirmó el cardiólogo Jorge Hakim Vista, quien encabezó el procedimiento médico en un hospital público de la ciudad de Xalapa.

Salvar la vida de Javier fue una tarea de todos, pues el aparato fue traído desde Monterrey gracias a la cooperación económica de los habitantes de El Jícaro, localidad rural del centro del estado de Veracruz, quienes lograron juntar 100 mil pesos en cuatro días.

El caso de éxito que refleja la solidaridad de un pueblo, será presentado en el Congreso de Medicina Cardiovascular más importante del mundo, que se realizará del 17 al 20 de mayo en París. Concursará con otros 30 trabajos de diferentes nacionalidades.

“En el aspecto técnico, vamos a ir a nivel internacional a decirles que ese equipo lo pueden utilizar en infartos tardíos”, explicó el especialista, quien participará, por segunda ocasión, como ponente en la convención.

El logro de la trombo-aspiración coronaria con Angiojet en infarto agudo radica en el tiempo y el equipo utilizado, pues se creía que sólo podía salvar vidas cuando se usaba en un tiempo máximo de 12 horas y los veracruzanos demostraron que es efectivo en infartos tardíos, lo que podría ayudar a otros pacientes en condiciones similares.

No era un caso sencillo. Se complicó con pericarditis y con insuficiencia de la válvula mitral. A los siete días le hicieron un cateterismo, donde vieron que tenía una arteria tapada con un trombo (acumulación de sangre, con una red externa blanca llamada fibrina, que tiene una consistencia gelatinosa e impide la circulación normal en las venas). Eso produce un infarto a nivel del corazón, pero también del cerebro o del intestino y es la principal causa de muerte en el mundo, México y Veracruz.

De intentar reparar la arteria, la grasa se hubiera esparcido, por lo que requerían un equipo especial: el Angiojet —que nunca se había usado en Veracruz—, para aspirar el trombo, reabrir el canal de la arteria del corazón y mejorar la función de la válvula mitral.

“Es la primera vez en el mundo que se hace en ese tiempo, lo normal es ocho horas después del infarto. Nunca se había hecho 12 días después”, dijo el especialista.

Para realizar la hazaña en diciembre del año pasado, los médicos del Hospital Civil de Veracruz se basaron en modelo matemático de las propiedades del trombo (publicado en 2009), donde se señala la mecánica física de esta formación en el cuerpo. Después de hacer el estudio, consideraron que la presión del Angiojet, con un sistema de inyección de agua y aspirado, serviría para limpiar la arteria y salvarle la vida al paciente.

“Es una gráfica que dice que el trombo a los 15 días todavía no tiene hueso, ése empieza a crecer después de ese tiempo, nuestras conclusiones a nivel internacional son que antes de los 15 días de un infarto, los médicos podemos aspirar el trombo si está viva la zona”, precisó.

En la intervención cardiovascular que encabezó el cardiólogo Jorge Hakim en el Hospital Civil de la ciudad de Xalapa (un centro de salud público) también participaron el doctor Carlos Alberto García Hernández, Abelardo Méndez Vega, la técnica Karen Lara Domínguez y la enfermera Noemí Calderón Fuentes.

Dentro del Congreso de Medicina en Intervención Cardiovascular EuroPCR París 2016 se realiza el concurso “Gold talent”, en el que participan 30 trabajos médicos de mil 100 que se presentaron. Ahí el especialista veracruzano presentará las siguientes conclusiones:

-Utilizar el Angiojet —que es aspiración mecánica— para trombos con edades de 15 días y en pacientes con síndromes coronarios agudos, siempre y cuando el tejido esté vivo.

-Incluir en las guías internacionales un cateterismo diagnóstico a todos los pacientes que tengan síndrome coronario agudo y disociación de la edad vascular (pacientes jóvenes con infarto).

-Analizar los resultados de un tratamiento Angiojet en la fase aguda.

El también catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana acudirá al congreso con recursos propios como lo hizo el año pasado, cuando fue elegido entre miles de médicos para representar a México en el foro y presentar los resultados obtenidos en la atención de casos vasculares complejos y variados en Veracruz, que ocupa el primer lugar nacional en amputaciones asociadas a tabaquismo, hiperlidemia y diabetes mellitus.

El Congreso Internacional EuroPCR París 2016 es el más importante de intervencionistas cardiovasculares y cada año reúne a decenas de médicos de todo el mundo para traducir nuevos conocimientos científicos en avances significativos en la atención al paciente, mantener al día en técnicas y dispositivos, además de aprender de los mejores en el laboratorio de cateterismo.

El diagnóstico nunca fue favorable

Tres meses después de que le practicaron el procedimiento cardiovascular, Javier Domínguez cambió de vida. Dejó el campo para vivir en la ciudad, desde hace un mes radica en Xalapa, donde puede estar más cerca del hospital y de los doctores que dan seguimiento a su caso.

No fuma y bebe poco, pero su talón de Aquiles era la comida con grasa: “antojitos, carne de cerdo”, dice. Eso sí lo dejó. También dejó su trabajo en El Jícaro, del municipio de Actopan, porque “ya ni había” y ahora labora en una empresa de pollos como auxiliar en su distribución. El trabajo incluye cargar algunas horas cajas con el producto de más de 30 kilos.

A su edad, la posible causa del infarto que tuvo es la carga genética: su padre murió de un paro cardiaco cuando tenía 44 años y su abuelo falleció a los 34 años por la misma causa.

“El paciente, al igual que su padre y su abuelo, tiene una alteración genética, que hace que las arterias se dañen y se tapen. Es “candidato” a sufrir un infarto en cualquier momento”, explicó el doctor Jorge Hakim.

Cuando sufrió el infarto, tres días antes de cumplir 28 años, un fuerte dolor de cabeza y en el pecho lo levantó de su cama, la sudoración y escalofrío recorrieron todo su cuerpo, que convulsionó y vomitó. “Sientes como que te va a reventar el pecho y no te deja respirar”, relató.

Por su propio pie salió de su casa, fue a ver a un amigo que lo llevó con un doctor. El diagnóstico rápido fue “crisis nerviosa”, pero el dolor en el pecho seguía y se hacía más fuerte. Al regresar a su casa, su esposa llamó a la familia y juntos lo trasladaron a Xalapa. Siempre estuvo consciente, llegó lúcido al hospital donde después lo canalizaron a la Unidad de Terapia Endovascular con el equipo del doctor Hakim.

Desde que empezó el dolor, imaginó que era el corazón, sabía que su padre y su abuelo habían muerto de lo mismo. “Cuando el dolor me apretó más pensé que me iba a morir, uno piensa lo peor siempre”.

Su familia, su madre y tres hermanos convocaron a todo el pueblo de El Jícaro —donde viven unas 70 familias— a aportar recursos económicos para que pudiera realizarse la intervención de Javier. En sólo cuatro días lograron juntar poco más de 100 mil pesos y los doctores aportaron otros 35 mil. Es lo que costó salvar su vida.

En estos momentos, el joven veracruzano toma medicamentos para prevenir un infarto, pero realiza sus actividades cotidianas con normalidad después de que los médicos le practicaron una prueba de esfuerzo.

“Me he sentido bien, sin ningún malestar, duele un poco el pecho y el brazo, pero me dicen los doctores que es por la misma cirugía”.

Su esposa, Karina Castulo Amaya, agradece a la vida, a la familia y a los doctores porque, dice, “somos de escasos recursos económicos”. Y el diagnóstico jamás fue favorable, recuerda. Se debatía entre la vida y la muerte… Al menos era lo que le decían los doctores en el hospital.

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