La fortaleza que tiene que demostrar un gobernador no es tarea fácil. Cada día tiene presiones, además de recibir reclamos de los ciudadanos por actos de corrupción, impunidad, delincuencia y falta de obras públicas, entre otras demandas.

Sin embargo, todos tienen en común que sus madres han sido uno de los motores más importantes en su vida. La mayoría tiene recuerdos dulces, otros rememoran sus enseñanzas y algunos hablan de la firmeza en su educación familiar.

Jaime Rodríguez Calderón, gobernador de Nuevo León, narra que cuando era niño, su madre le hizo un juguete con caña de maíz, hojas de maíz y con palitos. “Mi mamá, Basilisa Calderón, buscaba mi felicidad y la de mis hermanos, pero se preocupaba cuando nosotros no podíamos tener lo que otros niños sí”. Aún así, “siempre supo darnos lo que más necesitábamos”, recuerda El Bronco.

Mientras, el panista Francisco Domínguez Servién, mandatario de Querétaro, acepta que cuando alguien se portaba mal en casa, las chanclas volaban. “Algunas veces le atinaba y otras, por fortuna, no”.

Domínguez Servién agrega: “Ella significa todo para mí. (...) A María Elena Servién Chavarría le debo todo. Mi pasado, mi presente y mi futuro”.

La única gobernadora en México, Claudia Pavlovich, en Sonora, tiene marcada una frase de su madre, Alicia Arellano Tapia, la primera mujer en llegar al Senado. “Los puestos van y vienen, y tu nombre perdura toda la vida”.

Recuerda que de chiquita le gustaba escuchar los discursos de su mamá y cada vez que la acompañaba a un evento, le jalaba la falda.

Rolando Zapata Bello, titular del Ejecutivo en Yucatán, recuerda que Ofelia Bello Paredes, la mujer que le dio la vida, se enfocó en su formación académica y en los valores.

“Me enseñó la práctica de la declamación, disciplina en la que gané un primer lugar en un concurso realizado en la secundaria”.

El gobernador de Morelos, Graco Ramírez, narra que “mi señora madre me ayudaba a escribir las letras y después cuando caminábamos por las calles iba leyendo todos los anuncios que veíamos. (...) Mi mamá, consumidora de poesía, me compró el libro El declamador sin maestro, más adelante leía el periódico que llegaba a mi casa y así aumentó mi afición por la lectura”, se emociona el perredista.

El gobernador de Guanajuto, Miguel Márquez Márquez, recuerda la vez que le rompió el corazón a su mamá.

“Estuve estudiando nueve años en el seminario. Para mí era una decisión trascendente seguir en la teología y ordenarme sacerdote o dejar el seminario”, comenta.

“Cuando le di la noticia, le dije: ‘Ya no voy a continuar en el seminario, no es mi vocación, ya he hablado con el rector del seminario, con los padres formadores’”. Continúa: “Le dio mucha tristeza, ella quería tener un hijo sacerdote, era su gran ilusión”.

En el caso de Juan Manuel Carreras López, gobernante de San Luis Potosí, tiene muy presente la vez que se lastimó una pierna al jugar futbol y tuvo que reposar 15 días.

Su mamá, Oralia López, lo cuidaba y le compraba libros. Recuerda que leía casi uno diario, por lo que un día su madre le dijo, en broma, que si no podía leer más lento para que le diera tiempo para comprarle el próximo.

Algo que distingue a las madres es la mano dura para que sus hijos se comporten de manera adecuada.

“Mi mamá, Eva Valdez viuda de López, como toda mujer forjada en la dura vida de rancho, tenía una temida mano izquierda que ponía orden entre la mayoría de sus numerosos pequeños. Por fortuna, nunca probé lo que ella llamaba ‘tu chocolate caliente’, cuenta Mario López Valdez Malova, el mandatario de Sinaloa.

“A mí siempre me han llamado Nacho”, platica el gobernador de Colima, Ignacio Peralta. “Cuando alguien me dice Ignacio, recuerdo mucho a mi madre, que en paz descanse, pues si bien ella también me llamaba Nacho, cuando se enojaba conmigo me decía: ¡Ignacio!”, dice.

“Al escuchar Ignacio de mi madre, sabía que se venía una regañada. La extraño y la recuerdo con mucho amor”, rememora con nostalgia.

Jorge Herrera Caldera, gobernador de Durango, platica que dos o tres veces le llegaron a estirar las patillas, “y mire cómo las traigo”, mientras cuenta que la relación con su madre, la señora Ernestina Caldera, es muy especial ya que siempre la tiene con él.

El mandatario de Zacatecas, Miguel Alonso Reyes, quedó huérfano desde los seis años, pues sus padres fallecieron en un accidente automovilístico. Es el menor de siete hermanos. Por tanto, ha visto a su hermana Lucía como una madre, quien ha estado a su lado en sus diferentes cargos públicos.

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