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Hastiados de la delincuencia, habitantes de al menos tres municipios de esta entidad han llegado al extremo de golpear a los presuntos ladrones, exhibirlos en espacios públicos y amenazarlos en mantas “con partirles su madre”.

En las calles se pueden ver los anuncios de advertencia hechos en impresión digital y se atribuyen a colonos organizados, pero ninguno de los vecinos se responsabiliza de ellos. En las madrugadas son atados a las bardas, de una acera a otra o montados en las paredes.

“En Los Olivos, rata que agarremos en la madre le daremos”, se lee en una lona colocada la madrugada del martes pasado en la ciudad de Celaya.

Según el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), en los dos primeros meses de 2016, la incidencia de robos con violencia aumentó en Guanajuato 10% en relación con el mismo periodo de 2015: dos mil 391 contra dos mil 639 casos denunciados.

En el municipio de Cortázar, donde gobierna el perredista Hugo Estefanía Monroy, el 31 de marzo pasado un presunto ladrón de 24 años de edad murió minutos después de que un grupo de vecinos de la colonia San Francisco lo golpeara y lo bajara del techo de una casa en la que pretendía robar. Aunque lo entregaron a elementos de la policía municipal, murió camino a los separos. El dictamen de la necropsia reveló que falleció asfixiado por estrangulamiento.

Un caso más: en la colonia Norias de Sopeña, del municipio de Silao, el 19 de marzo pasado un hombre acusado de ser robachoches fue maniatado y exhibido ante todos delante de un aviso del comité vecinal: “ALTO. No te arriesgues. Vecinos unidos estamos en constante vigilancia. Si te sorprendemos robando, grafiteando, dañando vehículos o propiedades no te la vas a acabar!”. La imagen fue colocada en el muro de Facebook de Raphaeell Rae Alvarado.

El Comité Estatal del PRD, que encabeza Baltasar Zamudio, dijo que los ciudadanos expresan creciente desconfianza hacia las instituciones y los organismos responsables de la aplicación de la justicia en la entidad.

“Acciones ciudadanas como el exhibir en redes sociales a ladrones cuando realizan sus actividades, no sólo es considerado un acto de autodefensa, sino también una forma de exhibir la ineficiencia de las autoridades para combatir la delincuencia”, señaló.

El hartazgo ante la delincuencia ha llevado a vecinos a organizarse para su autoprotección y se han registrado casos en los que sólo la intervención de alguna autoridad, con apoyo de la fuerza pública, ha evitado linchamientos de presuntos delincuentes, agregó.

El gobernador del estado, Miguel Márquez Márquez, se rehusó a responder sobre los sucesos en los que guanajuatenses han tomado la justicia por su propia mano.

“Pregúntenle a los alcaldes… nosotros trabajamos, intervenimos, pero bueno, los alcaldes ahí tienen mucho mayor tema”, dijo.

En el más reciente caso, ocurrido el 2 de abril pasado, una turba detuvo a un sujeto que supuestamente había robado cajas en un local en la Central de Abasto de Celaya, al que colocaron maniatado en un ‘diablo’ grande de carga con un anuncio que decía “Rata de cajas”, lo llevaron de un lado a otro exhibiéndolo.

Un video compartido en la red social muestra al hombre en calzoncillos y con lesiones en el rostro que es paseado por las banquetas del centro de abasto, por una persona que llama la atención a gritos: “¡Pasen a ver al ratero de cajas, señores!”.

Enseguida aparecen dos policías que se aproximan a la persona, que sigue atada de pies y manos.

Entre el regocijo de una multitud que los rodea, uno de los de los uniformados pregunta:

—¿Quién está acusando aquí al señor?

—Yo —se oye decir a un varón.

—¿Vas a poner demanda?

—¡No, que chingue a su madre!, para la otra que venga acabamos con él.

Otro agente desata al detenido, se acerca un joven y hace “la finta” de que va a golpear al supuesto ladrón y el policía le dice: “tranquilo”.

Se escuchan rechiflas e insultos; desafiante, el mismo joven simula que va a patear al sometido, quien también contesta con maldiciones: “¡Hijo de tu perra madre!, ¡dime qué te robé!”.

—¡Todavía te pones bravo joto! —revira uno de los presentes.

Los uniformados liberan al detenido de los lazos, le colocan unas esposas, lo que aprovecha un hombre obeso para darle un “zape”. Los policías bajan al supuesto ladrón que pasó a ser víctima y se lo llevan caminando.

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