Liberalizar la portación de 28 gramos de marihuana para consumo personal, “sin ninguna restricción”, provocará “consecuencias deplorables”, no sólo para los jóvenes, porque los adultos “empezarán a sentirse autorizados a consumirla, dijo el obispo Felipe Arizmendi Esquivel.

En su homilía dominical titulada Permisividad de la marihuana, el obispo consideró que cuando las personas empiecen a consumir la marihuana en “pequeñas cantidades”, se aficionarán a esta droga, para luego “caer en cadenas de las que difícilmente podrán desatarse o liberarse”.

Sucederá como el alcohol, que cuando alguien lo invitan a tomar “una copita, sobre todo en fiestas o reuniones sociales, lo cual no está prohibido y es socialmente aceptado, pero para algunos es el inicio de una cadena, llegando a consecuencias que todos conocemos”.

Mucha gente “se siente bien con sus tragos” (de alcohol), pero se vuelve vulnerable, porque “no afronta con madurez sus problemas, y se pone en una resbaladilla que les puede llevar al barranco”.

Esto mismo ocurrirá con la marihuana, “será igual o peor”, todo porque los efectos de ésta, se “produce en el cerebro y en la conducta de los consumidores”.

“Pronto veremos, en cualquier fiesta, que hay en las mesas pequeñas dosis de marihuana, para el libre consumo de todos. ¡A dónde llegaremos! Si nos es muy molesto soportar a un borracho, ¡cuánto sufrimiento causará un marihuano!”, explica.

Arizmendi Esquivel dijo que como es previsible que los legisladores aprueben la iniciativa que envió el Ejecutivo federal, porque “nadie quiere dar la impresión de ser retrógrado”, de ahí que rogó a los padres de familia, educadores, catequistas y agentes de pastoral, “que nos esforcemos por consolidar las familias”, que es la base de los valores humanos, familiares, sociales y religiosos.

Y es que sin “familias estables”, donde no exista “diálogo, amor, confianza, armonía y fidelidad”, algunos adolescentes y jóvenes “caerán en las garras de la marihuana, como caen en el alcohol y terminan tirados en las calles o en centros de rehabilitación”.

“¡Salvemos la familia, y salvaremos a México!”, suplicó Arizmendi Esquivel.

cfe

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