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Los legisladores deberían pagar sus comidas con sus ingresos, ir a trabajar en vehículos propios, comprar sus celulares y pagar un seguro médico como la gente común”, afirma Gustavo López Montiel, doctor en ciencia política.

En medio de la crisis económica por la que atraviesa el país, dice, las ventajas de las que goza la clase política, de las que el resto de los trabajadores no puede ni soñar, llaman más que nunca la atención. “Muchos de los beneficios no son necesarios, pero los ubican como gastos de representación. Asumen que por cumplir una función pública, el gasto debe ser pagado por el público”, señala el especialista.

Reitera que los diputados “no merecen tener privilegios. Ellos son como cualquier trabajador en cualquier otro trabajo que no los goza. Simplemente, ellos se justifican y en muchas ocasiones abusan”.

Por su parte, el doctor en Política, Sergio Arturo Bárcenas señala que “muchos gastos son recursos opacos que no están regulados ni publicados, ésto ocasiona una capacidad de reparto discrecional a los líderes de bancada”.

El también director de la carrera de Derecho en el Tecnológico de Monterrey dice que en algunos casos los beneficios pueden ser justificados, como cuando hacen viajes de trabajo. Los seguros —afirma— también son necesarios, porque un legislador es un representante de la ciudadanía, “pero la mayoría de los gastos” no tienen razón de ser.

Comenta que las partidas presupuestales que se les otorgan no son porque trabajan mucho, “se les reparte de esa forma para garantizar que actúen de manera grupal.

“Quien aprueba los recursos y los otorga es el coordinador de bancada; si tú como coordinador tienes comisiones para repartir, tienes poder que los legisladores se comporten en la línea del partido y sean disciplinados. Es la razón principal de tantos recursos”, explica.

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