Le decían "El Negrito"; tenía 6 años y el jueves 14 de mayo del 2015 suplicó que no lo mataran; juró, antes de morir, que no le diría nada a Tania, su mamá, no los acusaría, pero que por favor ya lo dejaran ir.

Esa tarde, él jugaba en un barranco junto con sus vecinos Valeria, Alma Leticia, Jesús David, Irving y Jorge, el mayor de 15 años, el menor de 12. En un cambio de planes, entre los cinco, decidieron mejor "jugar al secuestro y a ser sicarios": la víctima sería Christopher.

Media un metro 23 centímetros, pesaba 32 kilos, y la autopsia indicó que Christopher murió por asfixia, estrangulación y por el uso de objetos contundentes. Al momento de encontrarlo, semienterrado en un barranco, tenía 22 puñaladas en el costado derecho de su cuerpo; y en la bolsa derecha de su pantalón aún llevaba un carrito azul como señal de su infancia.

Esa tarde, los cinco niños, Cristopher y un perro fueron al barranco, atrás del Cereso No. 1; primero decidieron matar al perro a pedradas y después con un cuchillo; Christopher se asustó, y reclamó. Luego, y por quejarse, le colocarían a él la misma cadena que llevaba el perro y lo comenzaron a arrastrar.

Lo tenían tirado en el suelo y Valeria “que era la más gorda se subió a un palo para estrangularlo; pero como aún respiraba le comenzamos a tirar de pedradas; Valeria le dio varias puñaladas por las costillas con el cuchillo de Lety y de ahí lo empezaron a enterrar”; continúa narrando uno de los menores.

Mientras tanto, Christopher no aparecía y sus familia comenzó a buscarlo. Los cinco niños ayudaron en esta búsqueda, ante lo que Tania, madre de Christopher comentaría: “No puedo entender aún cómo pudieron ser tan cínicos de acompañarme a buscar a mi hijo, cuando ellos mismos lo habían secuestrado, matado y enterrado … un perro siente más que esos niños”.

"Ese día, en el arroyo, jugábamos a ser sicarios, cuando a Irving se le vino en mente secuestrar a El Negrito, dijo que le traía ganas", confesó una de las niñas. "Teníamos mucho tiempo que  queríamos asesinarlo casi todos"; explicó otro de los menores, según la declaración ante autoridades a la que tuvo acceso EL UNIVERSAL.

La misma madrugada del 14 de mayo uno de los involucrados en el asesinato no podía dormir y despertó a su hermana para confesar el crimen. Fue la madre de este menor quien lo llevó a las instalaciones de la Fiscalía. Ahí indicó dónde habían enterrado el cuerpo de Christopher.

Otro de los menores admitió en su declaración que el plan era huir para irse a Guachochi: “ahí el tío de uno de nosotros es la mano derecha de El Chapo, y él nos ayudaría a ser sicarios”, dijo.

En su momento, los menores fueron puestos bajo la guardia y custodia de la Procuraduría de Asistencia Jurídica y Social dependiente del DIF del gobierno del Estado; y los jóvenes de 15 años fueron sujetos a proceso en prisión preventiva en el Centro de Readaptación Social para Adolescentes Infractores. (Cersai)

Tendencia sádica cruel; aplanamiento emocional; trastorno de conducta antisocial; inestabilidad emocional; sentimientos de inferioridad; desvalorización; agresividad; dificultad y ansiedad para relacionarse con el medio y establecer relaciones sociales y afectivas, fueron algunos de los resultados del perfil psicológico de los involucrados.

Irving , de 12 años, narró ante autoridades: “Yo le dije a mi amigo David, vamos a jugar a los secuestradores y pedir rescate; a David se le ocurrió la idea de matar a El Negro. Todos dijeron que sí; David dijo que lo ahorcáramos con un palo. Lo pusieron en el piso. David y Valeria se subieron arriba de él. Mi hermana le encajó la navaja; porque David le dijo que lo hiciera. David le puso piedras en el cuerpo, porque dijo que a lo mejor revivía”.

Así murió Christopher: “Un buen chavalito, un niño alegre al que le gustaba jugar con sus amigos”, dice su madre mientras limpia la tumba del menor de sus hijos, en el panteón municipal de Chihuahua.

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