Un moñito rojo resalta en la escena. Ojos negros y mirada fija frente a un celular. Es una niña de seis años. Se escuchan jadeos de miedo y risas de nervios y desesperación. No hay un temblor, tampoco es un simulacro. Es la escuela 5 de Mayo y los niños de primer año se refugian como pueden en el piso durante una balacera que ocurre afuera del plantel.

“¡Shhhh, cállense!”, les indica la maestra a unos 15 niños que visten pants diminutos, en su día deportivo.

La estancia luce fresca: pintura verde agua en las paredes, con cartulinas de partes del cuerpo humano; butacas pequeñas color naranja, piso rústico y un ventanal típico de la región de Tierra Caliente, donde está Las Juntas, en Ajuchitlán del Progreso, un municipio que es considerado como peligroso por la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), pues la disputa de La Familia Michoacana y Guerreros Unidos ha pegado en el eslabón más vulnerable de la sociedad: los niños.

El video que dura dos minutos y fue reproducido por el reportero local Cecilio Pineda da cuenta del momento de nervios, cerca de las 8:30 horas, de una balacera que dejó un muerto, un campesino que pasaba por allí.

Desde hace un par de años, cuentan habitantes de la región, la violencia ha pegado a comunidades de San Miguel Totolapan y Ajuchitlán del Progreso, en mayor grado que en los siete municipios de la zona. En comunidades como Santana del Águila, Las Juntas y Las Tinajas han ocurrido levantamientos masivos.

La mañana del viernes los niños se agacharon al piso. Su maestra les gritaba.

“¡Qué te metas! Esa gente no se fija, ¡¿verdad?!, ¡Profe, agáchese!”, dice la maestra mientras se escuchan fuertes las ráfagas de la balacera que duró media hora, según Seguridad Pública.

Tras escuchar el estruendo, los niños pequeños reaccionan distinto: la mayoría suelta risitas nerviosas, una niña, se aprecia en la cinta, comienza a temblar, mientras pasa el sonido crujiente de las armas de alto poder.

“¿Ustedes creen que esto es un juego?”, inquiere el director, quien decide refugiarse en el salón, justo de los más pequeños para acompañar a la maestra, una de las cinco que atienden la escuela y que no tiene clases regulares, debido a esos episodios de violencia.

“¡Cállense hijos!, ¡ya les dije que se callen!”, les repite la maestra, con un tono nervioso.

La gente de esa región del estado cuenta que en comunidades como Las Juntas viven apenas 60 personas, que se han quedado porque poseen tierras o porque no tienen otra opción, como Pedro Calderón Padilla, de 65 años de edad, quien iba pasando al momento de la balacera afuera de la escuela y murió horas después en una clínica particular de Arcelia.

En diciembre del año pasado, de acuerdo con la SSP, hubo 10 asesinatos tan sólo en Ajuchitlán del Progreso y San Miguel Totolapan.

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